Boeing, el gigante de la industria aeroespacial, ha ejecutado recientemente despidos significativos en sus operaciones en Washington y California. Cerca de 400 empleados fueron despedidos en el primero, mientras que más de 500 perdieron sus puestos en el segundo estado, reportó AP. Estos movimientos forman parte de un plan de reestructuración global previamente anunciado por la compañía, que busca reducir su fuerza laboral en aproximadamente 17.000 puestos, lo que representa el 10% de su plantilla mundial.
Estos despidos afectan a trabajadores de diversas áreas, incluyendo ingeniería, reclutamiento y análisis, impactando divisiones clave como la comercial, la de defensa y los servicios globales de Boeing. Aunque se trata de una decisión estratégica vinculada a las condiciones financieras de la compañía, el alcance de los despidos pone de manifiesto los retos que enfrenta Boeing en su proceso de recuperación y adaptación.
Impacto general de los despidos:
La empresa enfrenta una de las mayores reducciones de personal en su historia reciente. En Washington, donde la compañía emplea a más de 60.000 personas, los recortes afectarán a 2.199 trabajadores en los próximos meses. Otros estados, como Oregón, Carolina del Sur y Misuri, también experimentarán despidos adicionales.
Estas medidas forman parte de un esfuerzo más amplio por parte de Boeing para adaptarse a su “realidad financiera” tras varios años de turbulencias. La reestructuración busca garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la empresa, afectando tanto a roles operativos como estratégicos dentro de las principales divisiones de la compañía.
Causas detrás de los recortes:
Según Fox News, la decisión de Boeing de reducir su fuerza laboral se origina en una serie de desafíos acumulados en los últimos años. Entre los factores más significativos se encuentran los problemas financieros y regulatorios derivados de los accidentes del modelo 737 Max en 2018 y 2019, que resultaron en la muerte de 346 personas. Estos incidentes dañaron gravemente la reputación de la compañía y provocaron investigaciones exhaustivas sobre la seguridad de sus operaciones.
Además, la fabricante enfrentó complicaciones adicionales, como una huelga de casi dos meses por parte de sus trabajadores en la costa oeste, lo que afectó la producción de su avión más vendido, el 737 Max. A pesar de ello, el CEO Kelly Ortberg aclaró que los despidos no son consecuencia directa de la huelga, sino de un problema de sobrecontratación que requería un ajuste en la plantilla.
Por último, la compañía manifestó que estos recortes reflejan un cambio estratégico hacia un enfoque más limitado y priorizado, diseñado para enfrentar sus “realidades financieras” y garantizar su estabilidad futura.