“Cuando haces un viaje por carretera, el viaje en sí se convierte en parte de la historia“.
Steve Rushin (1966 – )
Periodista y novelista estadounidense.
La carretera El Tigre – Cantaura es un tramo de la “pica” que construyó la industria petrolera para la instalación y mantenimiento del oleoducto que transporta el oro negro hasta el Puerto de Guanta. En la oportunidad que se construyó la corta autopista iniciada desde la capital de Chamariapa la cual debió llegar hasta El Tigre, se paralizó justamente en el sector Kaki, desde dónde para incorporarse de nuevo a la remozada vieja arteria vial, hay un desvío que conduce al otrora y muy famoso bar de la Madama. Es sitio de referencia para orientar a los viajeros y/o turistas. En la curva de la Madama cruzas a la izquierda. No tienes perdida.
El bar de la Madama fue un sitio de encuentro predilecto de los chóferes de transporte pesado. En ese negocio de carretera tenían la posibilidad de descansar y desestresarse. La oferta de comida criolla, las populares frías, variedad de bebidas espirituosas, sinfonola son la música del momento, cariñosas anfitrionas, amplio terreno para estacionar los grandes y largos vehículos, aunado, a la seguridad que existía para la época. Era el sitio ideal para pernoctar. Es más tenían la posibilidad de colgar sus hamacas o chinchorros en los ganchos de las plataformas de las gandolas, dormir tranquilos y disfrutar del maravilloso clima nocturno de la Mesa de Guanipa y ser despertados por el primoroso trinar de los pájaros. Una experiencia única.
La vieja edificación de dos plantas ubicada en ese sitio sirvió por muchos años para el funcionamiento de ese bar de carretera de los que abundaron en la bonanza que vivió Venezuela en el pasado reciente y los cuales con la evolución, modernización y sobre todo de la inseguridad enseñoreada en las carreteras fueron desapareciendo, empero, quedan la edificaciones como testigos silenciosos de lo que fue un tiempo de viajeros alegres que disfrutaron de las espléndidas atenciones que allí encontraron ¿Eran pecaminosos? Miles de pequeñas historias que nadie contará, pero que existieron. El que esté libre de culpas que lance la primera piedra.
Las viejas generaciones que vivieron esa maravillosa época y eran viajeros consuetudinarios de esa importante arteria vial, conocen muy bien esa historia y, muchos alguna vez se detuvieron en el bar de la Madama por necesidad, curiosidad y porque no decirlo para descansar, comer o pasar un buen rato. Es cuestión de refrescarles la memoria para que recuerden sus momentos agradables que vivieron en el bar de la Madama. El propósito de la vida es ser felices y lo vivido nadie te lo quitará, además esos viajes forman parte de la historia que aunque nunca la cuenten, repito, existió ¿O no?
Fuente :José “Cheo” Salazar
Bitácora Energética
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