Los crímenes de Asad al descubierto

Los crímenes de Asad al descubierto

Bachar al Asad

Transcurrida una semana de la caída de Damasco en manos de la coalición de milicias yihadistas e islamistas radicales, el descubrimiento de material en manos de la dictadura de Bachar al Asad ha permitido comenzar a conocer el nivel de represión y atrocidad del régimen contra cualquier forma de oposición durante más de cinco décadas.

Por larazon.es

Distintas ciudades e idénticas imágenes las que vienen difundiendo tanto milicianos rebeldes como periodistas desde las oficinas de los servicios de inteligencia del régimen de los Asad. Unos servicios de inteligencia y un aparato de seguridad que fueron la espina dorsal de la dictadura instaurada en 1971 por Hafez al Assad.





El cuartel general de la inteligencia siria, situado en el distrito damasceno de Kafr Sousa, fue el mayor ejemplo de una crueldad cotidiana que muchos ciudadanos probablemente ignoraban al deambular por su céntrica ubicación. Las imágenes llegadas esta semana del lugar muestran angostas y herméticamente aisladas celdas donde se encerraban a los opositores durante meses. Tras sufrir abusos y torturas en estos centros los detenidos eran trasladados a prisiones como la de Saydnaya, la conocida como el «matadero humano».

Y es que uno de los lugares más siniestros que la caída del régimen ha permitido conocer con detalle –e imaginar la magnitud de los castigos allí practicados– ha sido la citada cárcel de Saydnaya. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, una ONG con sede en Londres y experiencia en el monitoreo de la situación en el país gracias a sus informantes sobre el terreno, asegura que 30.000 personas murieron por torturas, maltrato y ejecuciones en la prisión situada a una treintena de kilómetros al norte de Damasco entre 2011 y 2021. En 2017, Amnistía Internacional estimó que entre 10.000 y 20.000 personas estaban detenidas allí. La desaparición de decenas de personas deja constancia de que en los últimos días el régimen siguió ejecutando y haciendo desaparecer a disidentes y opositores. De manera global, la organización humanitaria independiente de monitoreo Syrian Network for Human Rights (SNHR) registró 15.102 muertes causadas por las torturas en las prisiones de toda Siria, desde 2011 hasta julio pasado. SNHR considera que más de 130.000 personas seguían bajo arresto o detención forzada hasta agosto de este año. Por su parte, Naciones Unidas calcula que desde 2011 un total de 300.000 personas perdieron la vida y que otros 100.000 más desaparecieron.

Este fin de semana, una información del diario estadounidense «The Washington Post» ha revelado el contenido de los archivos que se custodiaban en la conocida como rama 322 de los servicios de inteligencia en la ciudad de Alepo. El material se remonta a principios de 2011, cuando los ecos de la Primavera Árabe derivaron en una gran protesta contra la dictadura de Bachar al Assad y da cuenta de los interrogatorios y espionaje, así como las formas de tortura practicadas por el aparato de seguridad a fin de aplastar la revuelta. Los archivos de la rama 322 dejan constancia del sofisticado sistema de cooperación de las fuerzas de seguridad a lo largo y ancho del país durante los 13 años de guerra civil. Los materiales en ella conservados, al igual que en el resto de sedes de la inteligencia del régimen, jugarán a buen seguro un papel fundamental en cualquier juicio futuro contra los responsables del régimen, que todo lo documentaron.

Como lo jugarán los más de 1,3 millones de documentos del régimen que se conservan en una ciudad europea -cuyo nombre no ha sido revelado- gracias al trabajo del abogado canadiense Bill Wiley, de 61 años, y su equipo de colaboradores sirios, y que aguardan el inicio de nuevas investigaciones sobre las prácticas del régimen de Assad, según publicó ayer el medio británico «The Sunday Times». Durante años un equipo de voluntarios sirios sobre el terreno fue sacando del país, de las maneras más inverosímiles y a menudo jugándose la vida, decenas de kilos de documentos que la organización de Wiley, the Commission for International Justice and Accountability, fue digitalizando.

Los documentos dejan constancia de más de medio siglo de detenciones, ejecuciones, desapariciones, abuso sexual y ataques con armas químicas. «Es la represión más documentada de la historia. Como los nazis pero con ordenadores», aseguraba al diario británico el abogado canadiense, quien está convencido de que Bachar al Asad estuvo siempre al corriente de lo que se hacía en los centros de detención y cárceles. De la misma manera, desde the Commission for International Justice and Accountability se cree que miles de individuos formaron parte del aparato represor del régimen, entre los cuales destaca el hermano del dictador, Maher al Asad, líder de la cuarta división de élite del ejército sirio, núcleo de las fuerzas de seguridad. «Fue una máquina del asesinato sistemático. Matar gente fue un negocio burocrático cotidiano», asevera Mohammad al Abdallah, antiguo preso del régimen y fundador del Syria Justice and Accountability Centre, con sede en Washington también implicado en reunir pruebas documentales de las prácticas del régimen. Con todo, el equipo de Wiley está convencido de que el material rescatado del régimen es solo «una gota en el océano». «Hay probablemente 100 millones de documentos», afirmaba el abogado a «The Sunday Times».