Han pasado 35 años desde que los hermanos Menéndez fueron sentenciados a cadena perpetua por asesinar a sus padres, pero su caso sigue cautivando a la opinión pública estadounidense. Hace unos días se celebraba una audiencia destinada a revelar los detalles de lo que sigue para Lyle y Erik. Nada más comenzar la sesión, la siguiente cita judicial, que estaba programada para el próximo 11 de diciembre y en la que se iba a revisar la sentencia que cumplen, se aplazó al próximo 30 y 31 de enero para que el nuevo fiscal de Distrito del Condado de Los Ángeles tenga tiempo suficiente para revisar el caso. Para cualquier ciudadano corriente, esperar cuatro semanas más no parece un gran sacrificio, pero para los hermanos Menéndez, que llevan más de tres décadas privados de libertad, el aplazamiento de la revisión les ha borrado la esperanza de pasar las primeras navidades en mucho tiempo acompañados de los suyos.
Por larazon.es
El magistrado, conocedor del impacto que sigue provocando el caso en la opinión pública, había autorizado la rifa de asientos en las horas previas a que arrancara el encuentro judicial para que 16 ciudadanos pudieran seguir la vista más esperada de las últimas décadas. Sin embargo, se prohibió el acceso de cámaras de grabación a la sala (aunque fuera de ella no faltaba ningún medio de comunicación) y los teléfonos móviles también estuvieron prohibidos. Un «circo mediático» que al final no arrojó luz al futuro de los Menéndez.
Según el escrito judicial de 57 páginas para pedir la liberación de los hermanos, ambos han tenido un buen comportamiento a lo largo de estos años y han construido una vida dentro del sistema penitenciario, creando programas para ayudar a reclusos con traumas y discapacidades. Erik contrajo matrimonio en 1999 con Tammi Ruth Saccoman y Lyle ha estado casados dos veces, hasta 2001 con Anna Erickson, y más tarde con Rebecca Sneed, de quien también se ha separado.
Poco queda ya de los dos muchachos de 21 y 18 años que aquel 20 de agosto de 1989 llamaron al 911 pidiendo ayuda porque habían asesinado a sus progenitores. Los investigadores aceptaron las teorías iniciales de Erik (53 años) y Lyle (56) que apuntaban a un crimen cometido por la mafia, pero después de que ambos se gastaran 700.000 dólares de la época en menos de 6 meses viviendo a «todo trapo», las sospechas se dispararon. Tras dos juicios, la Fiscalía consiguió convencer al jurado de que los hermanos no eran víctimas, sino verdugos ambiciosos movidos por la impaciencia de conseguir cuanto antes una herencia familiar de más de 14 millones.
De nada sirvió la versión de la defensa, que junto a Lyle y Erik detalló como los jóvenes habían vivido sometidos durante años a abusos sexuales, físicos y emocionales por parte de su padre, en un hogar dominado por el miedo. Alegaron autodefensa, pero no les creyeron y el juez y el jurado enviaron a los Menéndez a prisión de por vida.
La sociedad del momento se dividió entre defensores y detractores de los hermanos. Para algunos, era imposible que dos hombres corpulentos que mostraban poder y seguridad ante el mundo, se dejaran hacer todo lo que más tarde confesaron haber sufrido. Tocamientos, felaciones, agresiones sexuales con utensilios cotidianos convertidos en juguetes sexuales, violaciones y mucho dolor que pocos creyeron que pudieran venir de un padre de familia, de origen cubano, que se había convertido en un empresario de éxito a base de mucho esfuerzo y cuyo objetivo de cara a la galería era llevar a sus dos hijos a lo más alto profesionalmente. Para otros, José era un padre en ocasiones demasiado estricto que trataba a sus hijos con mano dura, a veces, excesivamente firme. Los dos hermanos siempre reconocieron haber matado a sus progenitores, pero remarcando que fue en defensa propia y tras años de abusos sexuales y maltratos por parte de José Menéndez, su padre, y ante la impasividad de una madre anulada por su abusadora y manipuladora pareja.
Ahora, a la luz de una carta de Erik a su primo escrita meses antes de los asesinatos relatando los abusos, un nuevo testimonio de 2023 de un ex miembro de la banda musical Menudo que apuntaba a más abusos cometidos por José Menéndez, y tras el éxito de la serie de Netflix que ha revivido la historia y el sentir de los miembros de la familia que han corroborado las disfunciones domésticas, la justicia estadounidense está a punto de dar una segunda oportunidad a los hermanos Menéndez.