Venezuela se encuentra en un cruce de caminos vital, histórico y determinante para su presente y futuro.
El clamor del pueblo resuena con una intensidad indescriptible por un cambio de sistema que deje atrás 25 años de saqueo, destrucción, pobreza y atraso que es lo único que ha dejado el chavismo.
En un contexto marcado por la esperanza, los ciudadanos de nuestro país miran hacia el futuro, ansiosos por un pronto viraje completo.
La figura de María Corina Machado, la auténtica líder de los venezolanos, y Edmundo González Urrutia, elegido por la voluntad de la inmensa mayoría, encarnan esa esperanza renovada.
Ellos prometen restaurar la dignidad y la libertad que tanto anhela el pueblo venezolano.
Sin embargo, en las sombras, Nicolás Maduro continúa aferrándose al poder, utilizando la represión y la fuerza como únicas herramientas que le quedan para silenciar las voces disidentes.
La lucha entre la opresión y la libertad se intensifica, y cada día que pasa se siente como una eternidad.
Las calles vibran con el deseo de un nuevo amanecer, donde la democracia vuelva a florecer y donde la voz del pueblo sea escuchada.
Estos días son decisivos. Cada marcha, cada palabra, cada acto de valentía se convierte en un testimonio del fervor de una nación que se niega a rendirse.
Venezuela, un país cargado de historia y resiliencia, se alza con la esperanza de que los días oscuros den paso a un futuro luminoso.
El destino de la nación está en juego, y el clamor por la libertad resuena con más fuerza que nunca.
La lucha por un mejor mañana está decidida por parte de la gente de todos los rincones del pais.
En los pueblos, caseríos y ciudades solo esperan la convocatoria para tomar la calles hasta el final.
Llegó la hora…nadie puede ni quiere ser un simple espectador, sino un protagonista de esta gesta histórica.
Todos estamos conscientes que nos jugamos el porvenir de nuestros hijos y nietos. El destino de Venezuela como país está en nuestras manos.
Lo único que le queda a Maduro y sus cómplices es el aparato represivo integrado por militares y policías que sufren las mismas penurias que el resto de sus hermanos venezolanos, aunque son ellos quienes reciben las órdenes para que actúen como verdugos.
En el instante en que ellos bajen las armas y dejen de ser ejecutores de quienes pretenden seguir desangrando a la nación, el nefasto régimen de Maduro se cae.
En ese momento el tirano y sus más cercanos secuaces huyen o se entregan.
No hay otro camino…la suerte esta echada y no hay vuelta atrás.