El trabajo que ha inspirado estas reflexiones, fue escrito originalmente cerca de 4 años atrás, bajo el título La OTAN, Colombia y Venezuela, al ser nuestro vecino el único país de latinoamérica que goza de la condición de socio Global de esa organización militar del Atlántico norte. Los otros socios Globales son Irak, Mongolia y Pakistán.
Desde esa fecha, marzo del 2021, no se han operado grandes cambios que nos obliguen a mencionarlos, bueno en verdad solo uno y se trata de un macro cambio: aquel que de pobres avanzamos a más pobres, de sociedad pobre a sociedad paupérrima, a ser una sociedad hundida en los últimos puestos de la clasificación de los Índices de Desarrollo Humano de la Organización de las Naciones Unidas. Digno de Ripley, dirían mis amigos de generación, personaje de ficción de los años 60 y que según la Asociación de Academias de la Lengua Española, significa extraño, inesperado o impensable. Veamos.
El Índice de Desarrollo Humano, IDH y el cual así se clasifica: muy alto: países con un IDH superior a 0,80. Alto: países con un IDH entre 0,70 y 0,80. Medio: países con un IDH entre 0,55 y 0,70. Bajo: países con un IDH inferior a 0,55. La clasificación de Venezuela es difícil de establecer ya que la dictadura no entrega datos estadísticos, fundamentales estos en el análisis de cualquier país que se considere como tal. No obstante, organizaciones no gubernamentales, ONG, algunas de entre ellas con gran prestigio internacional, como por ejemplo, el Centro Carter de los Estados Unidos y las pocas, igualmente prestigiosas y las cuales exhiben gran seriedad que aún están presentes en Venezuela, lo calculan inferior al 0.55. Huelga la comparación con otros países sumidos en la pobreza. Los datos que aporta la organización educativa Fe y Alegría, muy desafortunadamente solo ocasiona tristeza.
Este trabajo tiene como razón principal el de recordar que lo que ocurre en Venezuela no solo ocurre dentro de sus fronteras, ya que sus consecuencias, en un mundo globalizado como el actual, se expanden sin necesidad de mostrar un pasaporte. Cuando se trata de una situación en la cual se mezcla el robo de los dineros de una nación, el robo de sus recursos naturales estratégicos o no, con el patrocinio de los órganos del estado, y cuando esos recursos monetarios o recursos naturales se utilizan en inversiones de esos pillos o delincuentes en otros países, deja de ser un problema nacional y se convierte en un problema transcontinental.
Cuando las autoridades de los Estados Unidos o del Canadá, o de los países agrupados en la Unión europea, anuncian la incautación de un alijo de drogas, normalmente de varias toneladas y generalmente de procedencia de las costas venezolanas, no es solo un problema del país que lo incautó, ni siquiera es un problema solo de Venezuela, es un problema de orden público transcontinental.
Cuando las autoridades financieras del Banco de Pagos Internacionales de Basilea declaran que en el año 2016 estaban inmóviles más de 316 mil millones de dólares en el sistema financiero internacional, ya que sus hipotéticos propietarios no habían probado la honesta y correcta procedencia de esos fondos. Y esto no solo era un problema del banco, ni un problema de contabilidad del cuadre de las cuentas, ni era tampoco un problema político, era y lo sigue siendo un inmenso problema transcontinental de orden público.
Y cuando ese instituto declaró que el 90 % de los tenedores de esos activos se orientaban hacia ciudadanos venezolanos o de sociedades donde la mayoría los accionistas aparecían como ciudadanos venezolanos, no es un problema individual de los tenedores, ni del instituto financiero que los custodiaba, es un problema de seguridad colectiva, es un problema no solo de Venezuela, ni solo de los ciudadanos venezolanos implicados en esa situación, es un problema de orden público y de seguridad transcontinental.
Era una realidad, Venezuela la más rica, Venezuela la más próspera, Venezuela el refugio de los que buscaban respirar el aire de la libertad, aquel derecho primario que en esos tiempos le negaban los Maduros de esas tierras, dejó años atrás el hecho de ser un tema político para convertirse en un problema transcontinental de orden público.
En palabras simples, eso es Venezuela, un problema que igualmente podría ¿o debería? ser solucionado por los cuerpos de seguridad y policías, igualmente transcontinentales y o las fuerzas de ejércitos investidos como agentes de policía.
En estos 4 años desde que escribí la primera reflexión sobre este tópico, el único cambio ha sido el de una población la cual día que pasa continua a hundirse en ese agujero sin fondo llamado República Bolivariana de Venezuela. Una sociedad donde lo único que es libre es el hambre y el continuo deterioro general de ella.
Y recordando el trabajo que fue el origen al actual me pregunto ¿Podrá la OTAN, organización de defensa militar del Atlántico norte, siendo uno de sus miembros, el Reino de los Países Bajos, un estado colindante con Venezuela y por ende sujeto a los riesgos para su seguridad y peligros que representa el grupo delictivo que se ha apoderado del territorio venezolano?, el cual, menester es reafirmarlo, anteriormente era una nación que respondía a los criterios universalmente aceptados para ser considerada por el concierto de las naciones un país soberano y por ende sus autoridades libres de tomar cualquier decisión, atendiendo a ese reconocimiento por el resto de las naciones.
¿Podría esta organización, la OTAN, ser un factor decisivo en el restablecimiento del orden en una nación donde pandilleros confesos, atracadores del erario publico, léase, solo por ejemplo: Alejandro Andrade (a) el tuerto, Raul Gorrin, Tareck El Aissami, la enfermera y el escolta predilecto de Chávez, ladrones de los procesos electorales, criminales como Alex Saab, señalado en su país, Colombia, como cómplice en el tráfico de estupefacientes, (cocaína), que solo en el mundo occidental causo la muerte de aproximadamente 180.000 personas en 2022.
En relación a la anotación que hago sobre la OTAN y Venezuela, me permito recordar que la Isla de Bonaire es un municipio de ultramar del Reino de los Países Bajos (Holanda) y el cual se encuentra a solo 77.2 millas náuticas de distancia entre los puntos más cercanos de ambos territorios.
Cómo podemos seguir constatando, no es un problema solo de Venezuela, es un problema transcontinental de orden público. que envuelve a países aparentemente sin relación directa entre ellos.
Pero la avaricia de estos exponentes del socialismo del siglo XXI no se detiene, no obstante las riquezas materiales que se cree han acumulado con el atraco al erario público de Venezuela, así como la ilegal apropiación de nuestros recursos naturales, tales como el petróleo y otros, incluyendo los estratégicos como el “uranio y el coltán, o aquellos provenientes de los minerales extraídos de las minas conocidas como de tierras raras.
Estos estratégicos recursos son vendidos impunemente a gobiernos de Estados canallas, los que a su vez son patrocinadores de movimientos extremistas o terroristas (Hamas y Hezbollah), como es el caso de la República Islámica de Irán. Por lo tanto no es un problema solo de Venezuela, es un problema transcontinental de orden público y de riesgo para la paz mundial.
Por otra parte, en este análisis no podemos dejar de lado la visión, aún en forma rasante, lo que para investigadores es una certeza: la existencia de un conglomerado criminal transnacional conformado por elementos de las Fuerzas Armadas y civiles, estructurados en el Grupo Miraflores, quienes han decidido participar como co protagonistas en la producción y comercialización de nuevos estupefacientes, tales como el “Fentanilo”.
Efectivamente, agencias que investigan el negocio de esta mortal sustancia, han dejado saber que el Cartel de los Soles y el Grupo Miraflores, mantienen acuerdos comerciales con dos de los más importantes productores de la materia prima de esta droga, la N-BPC-4- Piperidona, el químico precursor del fentanilo.
Según informes de la DEA, la Drug Enforcement Administration de los Estados Unidos, se ha comprobado que Venezuela es utilizada por productores de ese opioide de la República Popular China como puente entre ella, (la RPC es el mayor productor en el mundo) y México, nación que tiene con los Estados Unidos de América una larga frontera terrestre, son 3,152 km, lo que seguramente no es poco.
El fentanilo asesinó solo en el año 2022 a 56.516 ciudadanos americanos. Desde que esta droga apareció al inicio de los años 2000, hasta el momento actual, más de 538.000 personas han muerto por sobredosis de esta sustancia. No hay cifras de las víctimas que arrastran desequilibrio mental o víctimas de quebrantos neurológicos. Se presume que más de 1 millón. Si se comprobase que militares venezolanos son parte de este negocio, como todo apunta hacia ello, es un problema de orden público transnacional.
El conglomerado transnacional
La delincuencia organizada, la cual abarca prácticamente todos los actos delictivos graves de carácter internacional y generalmente relacionados con más de un país. Investigadores sociales, autores y criminólogos concluyen que estos grupos manejan grandes recursos, inimaginables cantidades, formando parte de grandes conglomerados transnacionales. No es un secreto la participación de capitales robados a Venezuela durante los últimos 25 años, como parte activa de estos conglomerados. No solo es un problema de los venezolanos, víctimas nosotros todos, es un problema que atañe de manera directa a la comunidad internacional.
Hay muchas actividades que pueden calificarse de delincuencia organizada transnacional, entre ellas el tráfico de drogas y hago especial aparte en este segmento: el tráfico ilícito de migrantes, siendo el tren de Aragua de Venezuela, en sociedad con el Cartel del Golfo de Colombia, los que controlan el paso de los inmigrantes en las selvas del Darién.
Ese flagelo, entre otros delitos, plantea una amenaza para la paz y la seguridad humana, da lugar a la violación de los derechos humanos y socava el desarrollo económico, social, cultural, político y civil de las sociedades de todo el mundo. Delitos transnacionales teniendo en infinidad de casos como protagonistas, ladrones de los recursos de la nación venezolana, no es solo un problema de Venezuela, es un problema transnacional.
Las inmensas cantidades de dinero que ahí se mueven pueden comprometer la economía legítima de los países y repercutir directamente en la gobernanza como resultado de la corrupción y la compra de votos. Esto representa un grave riesgo para los países vecinos en el continente o para aquellos en el mar caribe.
Esto es exactamente lo que esta banda delincuencial organizada y escudada en la institucionalidad de una nación soberana, realiza todos los días del año. Al ex ministro del Petróleo de Venezuela, Tareck El Aissami fue arrestado el 9 de abril del año 2024.. El aún ministro en el momento del arresto se le acusa de apropiación indebida de 23 mil millones de dólares. Se especula que la detención se debió al negarse a compartir lo robado con otras autoridades del gobierno de Maduro, tal como habia sido acordado anteriormente. La cifra es de tal magnitud, que plantea las necesarias implicaciones de factores exógenos, que hacen que este delito sea no solo venezolano, al entenderlo como un delito con repercusiones transcontinentales.
Pero ¿quiénes son los socios de este o estos conglomerados transnacionales?
Obviamente al tratarse de empresas de esta índole, el conocimiento de la composición accionaria no es tan fácil de obtener como podría ser la de Elon Musk en las Bolsas de Valores de Londres o de Nueva York. Se habla del Cartel de Sinaloa, el Cartel de los Soles, así como el clan de la familia de Al Bashir y del grupo Miraflores de Caracas. Obviamente hablamos de un conglomerado (posible) entre los varios que operan este complejo submundo.
El grupo Miraflores, ¿igualmente es solo una coincidencia de nombre?.
Según informaciones de fuentes de Europa occidental, este grupo es el segundo con más activos líquidos en el sistema financiero qatarí (Estado de Qatar) si, segundo sólo detrás de la familia imperial “propietaria” de ese pequeño, pero muy rico país. Qatar es el tercer país con mayores reservas de gas natural de nuestro golpeado globo terráqueo.
Según la Organización Naciones Unidas, la República de Siria, gobernada por ese clan desde los inicios del año 1971, producia ¿o produce? el 80% de la producción mundial de la droga Captagon. La ONU ha reiterado que no obstante las sanciones impuestas por el mundo civilizado, la dictadura, gracias a su intensa participación en el negocio del narcotráfico, pudo mantenerse en el poder.
¿Será una coincidencia con lo que experimentamos en Venezuela con la aplicación de las sanciones y las actividades del llamado Cartel de los Soles?
Les recuerdo estimados lectores, que el 9 de marzo del año 2015, (quasi 10 años antes de hoy ) el entonces presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó una orden ejecutiva en la que declaraba a Venezuela como una amenaza “inusual y extraordinaria” para la seguridad nacional y para la política exterior de esa nación, la cual solo la separan 160 millas náuticas de las costas venezolanas.
Pero no solo los servicios de inteligencia de los Estados Unidos entendieron la amenaza en que se estaba convirtiendo Maduro y sus socios 10 años antes, también como podemos aquí leer que informes de inteligencia colombianos describen al Cartel de los Soles como una “amenaza activa” y detallan su presencia en los departamentos fronterizos de Vichada, Guainía y Arauca, donde han establecido rutas marítimas de transporte de drogas hacia Estados Unidos y Europa y han incursionado en el contrabando de oro y otros minerales.
El Cartel de los Soles, nombrado así por la insignia que llevan los generales venezolanos, se ha convertido en un actor principal del tráfico de drogas, y es considerado por las autoridades colombianas a la par de los carteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
El ejército colombiano en sus informes ultrasecretos y obtenidos a través de Narco Files, señala que la plataforma es utilizada para el movimiento de contrabando, tráfico de armas y producción de estupefacientes para ser llevados a Venezuela y desde allí distribuidos a otras regiones. No es un secreto que el gobierno de Nicolas Maduro ha convertido a los ejércitos de Bolívar como meros trabajadores de los bastardos intereses de la clica gobernante. Esta ilegalidad no sólo atañe a Venezuela, es un problema de orden público transnacional
El epicentro de esta red, fuerzas irregulares colombo venezolanas es la región montañosa del Catatumbo fronteriza con Venezuela y de la cual geógrafos venezolanos comprometidos con la patria han denunciado que estos maleantes que duermen en Fuerte Tiuna en bunkers, unos disfrazados de estadistas y otros de generales de los ejércitos de Bolívar, le han entregado a fuerzas irregulares (FARC y ELN) 40.000 kilómetros cuadrados de territorio patrio, donde se ha instalado un santuario para estos grupos terroristas incluyendo hipotéticos combatientes de los grupos guerrilleros del medio oriente, como Hezbolá y Hamas. Y esta situación es un caso de orden público transnacional de inaudita gravedad.
Esta zona fronteriza cuenta con una alta concentración de plantaciones de hojas de coca, cuya producción, según fuentes de la DEA, ha aumentado debido a un cambio estratégico en la política de erradicación de cultivos ilícitos de Colombia bajo la administración del presidente Gustavo Petro, como la despenalización del cultivo de la hoja de coca, decidida y anunciada a los pocos días después de la toma de posesión como presidente. Ver https://www.lapatilla.com/2022/09/19/raul-ochoa-cuenca-petro-colombia-y-la-cocaina/
La cocaína colombo venezolana, el oro que transpira sangre de los niños y de los venezolanos autóctonos que habitan nuestras selvas, los minerales de tierras raras o el uranio prêt-à-porter? para los ayatolas iraníes, tiene y tendrá graves consecuencias ante la inacción de las organizaciones agrupadas en el seno de la ONU,
En Siria la guerra civil ha reportado más de 300.000 civiles muertos. No sabemos a ciencia cierta cuántos muertos suma la dictadura venezolana desde que se instalaron en las oficinas de la Tesorería de la Nación en el año 1999.
No obstante la inexplicable inacción de la Corte Penal Internacional y de su Fiscal Jefe Karim Khan, podemos ver un inmenso cúmulo de indicios que se confunden con la realidad. Y esta realidad no es otra que la necesidad que se le presenta a la comunidad internacional de intervenir rapido y diligentemente en el territorio venezolano por el bien del sufrido pueblo venezolano y por lo no menos importante como es la seguridad y la paz en el continente americano.
Los usurpadores del Estado venezolano, son un peligro para la hoy maltrecha paz mundial.
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 5 de enero del año 2025.