Días después de que Nicolás Maduro concretara el fraude electoral del pasado 28 de julio para desconocer la contundente victoria de Edmundo González, el líder socialista empezó a usar un accesorio en su mano derecha que ha despertado muchas sospechas.
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Se trata de una pulsera roja, cada vez más gruesa, que estaría relacionada con creencias de la religión yoruba, a la que Maduro y su predecesor, el fallecido expresidente Hugo Chávez, han sido aficionados.
Según las palabras de conocedores del tema, Maduro sería “hijo de Obatalá” (Obbatalá, Oxalá, Ochalo), el Orisha mayor, deidad pura por excelencia y dueño de la cabeza, los pensamientos y los sueños, señor de “todo lo blanco”.
Sin embargo, la fuerte disputa por el poder le habría inclinado también a la adoración de Changó (Shangó), uno de los Orishas más populares del panteón Yoruba y rey de la Regla de Osha, sincretizado comúnmente como Santa Bárbara, señor violento, viril y atrevido que controla los rayos, los truenos y el fuego.
Creyentes de la religión Yoruba que prefirieron dejar su identidad en el anonimato expresaron su punto de vista al respecto.
En primer lugar, cuestionaron la mano en la que lleva la pulsera, debido a que la protección de Changó suele usarse en la izquierda, incluso en el pie izquierdo.
Asimismo, apuntaron que quien usa una pulsera es porque no cuenta con los cinco collares de Changó, bien sea porque “le tiraron algo muy fuerte” que los reventó, o porque no es un religioso consumado.
Además, la pulsera de Changó suele ser roja y blanca, los colores simbólicos que identifican a dicha deidad.
Pese a lo anterior, otros conocedores consideran que sí podría tratarse de una protección esotérica por los cambios que la pulsera ha tenido a través del tiempo, cada vez más gruesa debido a nuevos nudos con los que ha sido reforzada.
Otro punto importante fue el cambio de color, ya que en agosto era de un rosa claro, cuando Maduro empezó a usar su enigmática pulsera durante las concentraciones del chavismo en respuesta a las nutridas convocatorias de María Corina Machado.
Dos meses después, durante su visita a la cumbre de los Brics, la pulsera de Maduro pasó a ser roja y muy delgada. Con el pasar de las semanas, esta se ha hecho más voluminosa, al ritmo en que se acerca un día decisivo: la investidura presidencial del 10 de enero de 2025.