“Tú corre y déjame aquí”: El drama de los residentes que huyen de los incendios en Los Ángeles

“Tú corre y déjame aquí”: El drama de los residentes que huyen de los incendios en Los Ángeles

Foto AP/Ethan Swope

 

Llamas y columnas de humo se elevaban a ambos lados de la carretera mientras una mujer gritaba en pánico y los bomberos guiaban a una muchedumbre de residentes que huían. Aaron Samson puso a su suegro de 83 años detrás de su andador azul, y comenzaron a avanzar por la acera.

Por VOA





“Mi suegro decía: ‘Aaron, si alguna vez estamos en una situación donde las llamas estén justo ahí, tú corre y déjame aquí'”, relató Samson el miércoles.

No llegó a ese punto. Por segunda vez en cuestión de horas, un buen samaritano los recogió y los llevó a un lugar seguro en Santa Mónica.

Su escape ocurrió mientras miles de personas huían de los incendios forestales en el área de Los Ángeles que convirtieron barrios pintorescos en páramos humeantes, con chimeneas o escaleras de hierro forjado como único vestigio de las casas. Impulsadas por los poderosos vientos de Santa Ana, las llamas destruyeron más de 1.000 estructuras, quemaron lugares emblemáticos famosos por Hollywood y mataron al menos a cinco personas. Uno de los incendios fue el más destructivo en la historia moderna de la ciudad de Los Ángeles.

Las huidas fueron tal vez las más angustiosas de una catástrofe que jamás se haya visto en Los Ángeles. La gente abandonó sus coches y huyó a pie mientras las ramas de los árboles se desplomaban y vientos atronadores disparaban las llamas por todas partes.

Otros pidieron aventones a amigos o desconocidos. Con tantos coches abandonados en medio de Sunset Boulevard, en Pacific Palisades, las autoridades tuvieron que utilizar una excavadora para apartar los vehículos y despejar el camino a los servicios de emergencia.

Más evacuaciones

Altadena, duramente golpeada, fue escenario de una de las escenas más desgarradoras: a medida que las llamas se acercaban, unos 100 ancianos residentes en centros de atención a la tercera edad eran sacados a toda prisa en camas de hospital y sillas de ruedas.

Muchos llevaban una endeble ropa de cama en el gélido aire de la noche cuando fueron trasladados en silla de ruedas a un estacionamiento situado a una cuadra de distancia.

Mientras las brasas agitadas por el viento se arremolinaban a su alrededor en el aire humeante, esperaron a que llegara la ayuda. Finalmente, todos fueron llevados a un refugio.

Lea más en VOA