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El 20 de enero, mientras Donald Trump se posesionaba como presidente de Estados Unidos en Washington, Daniel Oquendo cruzaba la frontera entre Tijuana y San Diego, California.
Por BBC
Su viaje había empezado 4 días antes en Medellín, Colombia, motivado por la ilusión de encontrar un trabajo como mecánico en EE.UU. que le permitiera tener un mejor futuro.
Como lo hacen cientos de migrantes, Daniel se entregó inmediatamente después de cruzar la frontera a la Patrulla Fronteriza de EE.UU. con la intención de pedir asilo.
“¿De dónde son?”, les preguntó un oficial a Daniel y unos 18 colombianos más.
“De Colombia”, contestaron.
“¿Ustedes saben quién es el nuevo presidente de EE.UU.? Es papá Trump. La fiesta aquí a ustedes los colombianos se les acabó. Van todos para su país deportados”, relata Daniel que les dijo el oficial.
Oquendo, de 33 años, habló este martes con BBC Mundo desde Bogotá, pocas horas después de haber aterrizado en CATAM, la base militar dentro del aeropuerto El Dorado.
Es uno de los colombianos deportados que iban en los dos aviones militares de EE.UU. a los que el presidente Gustavo Petro no les permitió aterrizar el domingo 26 de enero.
Hasta llegar a Bogotá, Daniel no tenía idea de la crisis diplomática que se desató entre los dos países por el vuelo en el que iba. Y mucho menos, que Donald Trump amenazó a Colombia con aranceles por la decisión de Petro.
De hecho, nadie les avisó por qué el avión que despegó de San Diego no llegó a Bogotá después de más 10 horas de vuelo, ni por qué terminó recogiéndolos en El Paso, Texas, un avión de la Fuerza Aeroespacial Colombiana.
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