Robert Carmona-Borjas: Son muchas las razones que llevaron a Trump a endurecer su postura migratoria (entrevista)

Robert Carmona-Borjas: Son muchas las razones que llevaron a Trump a endurecer su postura migratoria (entrevista)

Robert Carmona-Borjas en una clase en Goergetown University University, en DC, EEUU | Foto RCB

 

El reloj de la incertidumbre migratoria vuelve a correr para los casi 350.000 venezolanos (en cifras oficiales) que residen en Estados Unidos bajo el Estatus de Protección Temporal (TPS). El presidente Donald Trump, en una de sus primeras decisiones tras retomar la Casa Blanca, ha revocado la extensión de este alivio migratorio, dejando a miles de familias en un limbo legal y a la expectativa de posibles deportaciones.

La medida, anunciada oficialmente por el Departamento de Seguridad Nacional, ha generado una ola de preocupación y encendido el debate sobre las políticas migratorias y su impacto en la comunidad venezolana exiliada.





Para analizar las implicaciones de esta decisión y el futuro de la diáspora venezolana en EE.UU., La Patilla conversa en exclusiva con el Profesor Robert Carmona-Borjas, abogado, académico y CEO de Arcadia Foundation, un venezolano que este año cumple 23 años en el exilio en la ciudad de Washington, D.C. Con una trayectoria marcada por la defensa de la democracia y los derechos humanos, el Prof. Carmona-Borjas ofrece su visión sobre esta controvertida medida y sus efectos en la comunidad venezolana en los Estados Unidos.

La crisis migratoria y la responsabilidad de la administración Biden-Harris

La Patilla: Profesor Carmona-Borjas, en los últimos días hemos visto cómo la administración Trump ha revocado el TPS para los venezolanos, una medida que ha generado alarma en la comunidad migrante. Usted ha sido un analista crítico de la política migratoria de Estados Unidos. ¿A quién responsabiliza por esta nueva ola de medidas restrictivas?

Robert Carmona-Borjas: Lo primero que hay que entender es que estas medidas no ocurren en el vacío. La decisión del presidente Trump no es más que una respuesta al malestar creciente de la mayoría del electorado estadounidense, que ha sido testigo del descontrol migratorio en los últimos años. No se trata de una acción arbitraria ni de una postura exclusivamente ideológica; es el resultado de un clamor popular que exige orden y seguridad en el país. Sin embargo, si buscamos a los verdaderos responsables de la crisis que ha derivado en este tipo de decisiones, debemos señalar a la administración del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris.

El gobierno de Biden heredó un sistema migratorio complejo, pero en lugar de adoptar políticas que facilitaran la integración de los 11 millones de inmigrantes indocumentados que a lo largo de décadas han permanecido en la sombra en los EE.UU., pero que han contribuido con trabajo y pagando impuestos, optó por una apertura indiscriminada de la frontera. Esta política permitió la entrada de entre 5 y 7 millones de nuevos migrantes en apenas cuatro años, sin controles adecuados ni estrategias efectivas de seguridad. El problema no es solo la cantidad de personas que ingresaron, sino el hecho de que muchas de ellas lo hicieron sin antecedentes verificados, facilitando así la infiltración de criminales y redes delictivas transnacionales.

El resultado ha sido un incremento en la presión sobre los recursos públicos, un deterioro en la percepción de la inmigración y, como consecuencia, un giro drástico en la política migratoria que ahora afecta directamente a los venezolanos.

Es decir, ¿considera que el mal manejo de la frontera por parte de Biden y su vicepresidente fue el detonante de la actual hostilidad contra los migrantes venezolanos?

Absolutamente. La administración Biden-Harris, con su falta de previsión y su manejo desorganizado del tema migratorio, creó un ambiente en el que la inmigración dejó de percibirse como un proceso de integración y pasó a verse como un problema de seguridad nacional. El descontento ciudadano no distingue entre migrantes que llegan en busca de oportunidades y aquellos que vienen con intenciones delictivas; simplemente se ha generado una animadversión generalizada que ahora golpea a todos por igual.

Si la administración Biden-Harris hubiese enfocado sus esfuerzos en regularizar a quienes ya estaban en el país, en lugar de abrir las puertas sin un plan estructurado, hoy no estaríamos viendo una reacción política tan extrema. En este contexto, el fin del TPS no es más que un síntoma de una crisis mayor que pudo haberse evitado con políticas migratorias responsables y equilibradas.

La infiltración del régimen de Maduro y la imagen de los venezolanos en EE.UU.

Profesor Carmona-Borjas, usted ha sido un firme defensor de la diáspora venezolana en el exilio, pero también ha denunciado los factores que han contribuido a la animadversión hacia esta comunidad en Estados Unidos. En su análisis, ¿quiénes son los verdaderos responsables de este cambio de percepción?

Como ya mencioné anteriormente, los primeros responsables son la administración de Joe Biden y Kamala Harris. Ahora bien, el otro sector responsable es el régimen bolivariano de Nicolás Maduro, que aprovechó esta apertura migratoria para infiltrar individuos con el objetivo de socavar la imagen del exilio venezolano. No es coincidencia que hayamos visto proliferar casos de fraude, delincuencia y abuso del sistema, todos protagonizados por ciertos venezolanos cuyas acciones han contribuido al desprestigio de nuestra comunidad.

Tomemos como ejemplo el caso de Leonel Moreno, alias “Leito Oficial”. Este individuo utilizó las redes sociales para promover la invasión de propiedades en Nueva York, tergiversando descaradamente las leyes estadounidenses y fomentando la anarquía entre los migrantes. En marzo de 2024, publicó un video en Instagram afirmando que había descubierto un “vacío legal” que, supuestamente, permitía expropiar viviendas deshabitadas. No solo desinformó a la comunidad migrante, sino que además incitó a otros a replicar sus acciones, justificando la ocupación ilegal con el argumento de que “en Estados Unidos también se aplica la invasión de terrenos”.

El impacto de su mensaje fue devastador. No solo puso en riesgo a otros migrantes que, creyendo en su falsa narrativa, se involucraron en actividades ilegales, sino que también provocó una reacción inmediata de las autoridades. En un país donde el respeto a la propiedad privada es un pilar fundamental, la difusión de este tipo de discursos solo sirvió para alimentar la percepción de que los venezolanos no respetan las leyes y están dispuestos a abusar del sistema sin importar las consecuencias.

Pero la conducta de Leonel Moreno no se limitó a la promoción de invasiones. También se le señaló por participar en fraudes de consumo conocidos como “wardrobing”, una práctica en la que se compran productos, se usan brevemente y luego se devuelven a las tiendas como si fueran nuevos. En otro video, Moreno explicó abiertamente cómo utilizaba ropa y calzado por varios días antes de limpiarlos y regresarlos a los comercios, aprovechándose de las políticas de reembolso de las tiendas estadounidenses.

Este tipo de acciones refuerzan los peores estereotipos sobre los inmigrantes y le dan munición a quienes buscan justificar medidas más restrictivas. No es de extrañar que después de casos como este, se intensificara la presión para restringir la asistencia a los migrantes y aumentar los controles sobre sus actividades.

Casos como este han tenido un impacto significativo en la percepción de la opinión pública. ¿Cuáles otros episodios considera que han profundizado el deterioro de la imagen de la diáspora venezolana en EE.UU.?

Otro de los casos más indignantes y que tuvo un impacto inmediato en la percepción de los venezolanos en EE.UU. fue el de un individuo que se hacía llamar el “Yimder” en redes sociales. En lugar de aprovechar la oportunidad de rehacer su vida en este país con esfuerzo y trabajo, decidió alardear descaradamente de cómo vivía a costa de los contribuyentes estadounidenses.

A través de un video viral en TikTok, este sujeto se jactó de haber pasado un año entero viviendo en Nueva York sin pagar renta, asegurando que no tenía preocupaciones económicas porque el gobierno le proporcionaba todos los beneficios necesarios. No solo tenía vivienda gratuita en Manhattan, sino que además recibía $1,000 mensuales a través de una tarjeta de asistencia social, lo que, según sus propias palabras, le permitía llevar una vida sin preocupaciones. “Aquí todos los beneficios nos los dan, aquí todo se mantiene de la mejor manera para nosotros los migrantes”, decía con total arrogancia.

Pero lo más indignante no fue solo el abuso del sistema, sino su actitud de desprecio y burla hacia quienes sí trabajan y contribuyen a la economía del país. En sus propias palabras, afirmó que el dinero que ganaba lo usaba únicamente para comprar ropa y disfrutar de la vida, mientras que su alimentación y vivienda eran cubiertas por el Estado. Como si fuera poco, se burló de los trabajadores estadounidenses y de otros inmigrantes que sí cumplen con sus responsabilidades: “No es culpa nuestra que ustedes tengan que llegar a otro país y de inmediato asumir responsabilidades”, dijo con descaro, provocando una oleada de críticas y repudio en redes sociales.

El impacto de este caso fue inmediato. Ciudadanos estadounidenses y migrantes trabajadores reaccionaron con furia, denunciando que mientras ellos se esforzaban para pagar sus cuentas y mantenerse a flote, individuos como este Yimder explotaban sin escrúpulos los recursos del gobierno neoyorquino. Sus declaraciones no solo fueron una bofetada para los venezolanos que sí trabajan y respetan las leyes, sino que además sirvieron como argumento para los sectores que promueven recortes en los beneficios sociales para los inmigrantes.

Este tipo de acciones han sido el caldo de cultivo perfecto para el endurecimiento de las políticas migratorias. Cuando ciertos individuos abusan del sistema y, peor aún, se jactan de ello públicamente, crean la impresión de que la mayoría de los migrantes están aquí solo para aprovecharse, lo cual está muy lejos de la realidad.

La percepción negativa de los venezolanos en EE.UU. no solo ha sido generada por fraudes y abusos al sistema. También hemos visto casos de violencia que han impactado la opinión pública.

Correcto. El caso de la agresión a policías en Times Square fue un punto de quiebre. Siete jóvenes venezolanos fueron arrestados después de atacar brutalmente a dos agentes de la Policía de Nueva York, en un acto de violencia sin precedentes.

Todo ocurrió la noche del 27 de enero de 2024, cuando los oficiales intentaban dispersar un grupo frente a un refugio de inmigrantes en Times Square. Fue entonces cuando el tal Yorman Reveron (24), Kelvin Servita Arocha (19), Darwin Andrés Gómez-Izquiel (19), Wilson Juárez (21), Jhoan Boada (22), Yohenry Brito(24) y el tal Jandry Barros (21) desataron el caos. En un video ampliamente difundido, se observó cómo estos delincuentes golpearon y patearon a los oficiales con una ferocidad impactante, dejando atónitos a los transeúntes.

El incidente provocó una tormenta política. Al punto que el mismo alcalde de Nueva York, Eric Adams, calificó el ataque como “repugnante”, exigiendo que los responsables fueran castigados con todo el peso de la ley. Sin embargo, la indignación creció aún más cuando se supo que los agresores fueron liberados sin exigirle siquiera una fianza, lo que reavivó el debate sobre la impunidad y el mal manejo de la crisis migratoria en la ciudad.

Este caso no solo dañó la imagen de los venezolanos en Nueva York, sino que además sirvió como justificación para el endurecimiento de las políticas de seguridad y migración. La comunidad estadounidense lo interpretó como una señal de que el gobierno había perdido el control sobre la migración y la criminalidad, y las consecuencias de esta percepción fueron devastadoras para la diáspora.

La combinación de estos factores –fraude, abuso del sistema y violencia– ha sido la tormenta perfecta que ha llevado al colapso de la imagen de los venezolanos en EE.UU.. Lo que antes se veía como una comunidad de exiliados políticos y trabajadores ahora es percibido, en muchos sectores, como una fuente de desorden y criminalidad.

El impacto del Tren de Aragua y el asesinato de Laken Riley en la radicalización de las políticas migratorias

Profesor Carmona-Borjas, hemos hablado sobre el fraude, el abuso del sistema y la violencia que han influido en la percepción de los venezolanos en EE.UU. Sin embargo, la presencia de grupos criminales y casos de extrema violencia han marcado un punto de inflexión en la respuesta del gobierno y la sociedad estadounidense. ¿Qué tan grave ha sido la infiltración del Tren de Aragua en territorio estadounidense?

La llegada del Tren de Aragua a los Estados Unidos ha sido un factor determinante en la radicalización de las políticas migratorias. No se trata de una simple organización criminal, sino de una red transnacional financiada y protegida por el régimen de Nicolás Maduro, cuya expansión no es casualidad, sino parte de una agenda desestabilizadora que ha alcanzado no solo a América Latina, sino también a Estados Unidos y Europa. Su modus operandi va más allá de los delitos comunes: hablamos de una maquinaria del crimen organizado dedicada al secuestro, la extorsión, el sicariato y el tráfico de personas, con una estructura que opera en múltiples países con total impunidad. La permisividad del chavismo ha permitido que esta banda se infiltre en las comunidades migrantes, utilizando el éxodo venezolano como una herramienta para sembrar caos y desestabilización en las naciones que han acogido a los refugiados venezolanos.

Uno de los episodios más alarmantes ocurrió en Aurora, Colorado, en 2024, cuando miembros de esta banda tomaron el control de un edificio de apartamentos, instaurando un sistema de terror y extorsión contra los residentes. Estos criminales armados ingresaron al complejo habitacional y exigieron pagos forzados de “protección” a las familias que allí vivían, bajo la amenaza de represalias violentas.

Los testimonios de las víctimas son escalofriantes. Algunos denunciaron haber sido retenidos contra su voluntad dentro del edificio, mientras que otros fueron golpeados brutalmente por negarse a pagar las sumas exigidas. La policía tardó en responder debido a la dificultad de identificar a los responsables dentro de un complejo donde se alojaban múltiples inmigrantes, pero cuando finalmente intervinieron, lograron detener a varios miembros de la banda en distintos puntos del país, incluido un cabecilla capturado en Nueva York.

Este caso reavivó el debate sobre la falta de control en la frontera, ya que dejó en evidencia que criminales con historial delictivo en Venezuela y otros países lograron ingresar a EE.UU. sin mayores restricciones. La revelación de que integrantes del Tren de Aragua habían cruzado la frontera haciéndose pasar por solicitantes de asilo fue una de las principales razones que llevaron a Donald Trump a endurecer su postura migratoria tras su retorno a la Casa Blanca.

La administración estadounidense, presionada por la opinión pública y los sectores políticos conservadores, comenzó a priorizar la deportación de migrantes vinculados a actividades criminales, lo que afectó directamente a miles de venezolanos que nada tenían que ver con estas redes delictivas. Así, el Tren de Aragua no solo importó su violencia a EE.UU., sino que además selló la suerte de muchos migrantes venezolanos, al generar un rechazo masivo que alimentó el discurso antiinmigrante.

Pero si hubo un crimen que estremeció definitivamente a la sociedad estadounidense y que impulsó medidas más drásticas, fue el asesinato de Laken Riley. ¿Cómo este caso cambió el panorama migratorio para los venezolanos?

Si el caso del Tren de Aragua mostró la falta de control sobre la entrada de criminales, el asesinato de Laken Riley fue la gota que derramó el vaso y catalizó la decisión de revocar el TPS y endurecer las deportaciones.

El 22 de febrero de 2024, Laken Riley, una joven estudiante de enfermería de 22 años, fue atacada mientras hacía ejercicio en el campus de la Universidad de Georgia. Su asesino fue identificado como José Antonio Ibarra, un inmigrante venezolano de 26 años, que había ingresado ilegalmente al país en 2022 y que ya había sido detenido previamente, pero nunca deportado.

El crimen fue atroz. Según el informe forense, Ibarra agredió sexualmente a Laken Riley antes de asesinarla brutalmente, un acto de violencia que desató una tormenta política y mediática en todo EE.UU. La indignación fue inmediata, no solo por la brutalidad del crimen, sino porque quedó en evidencia que las autoridades ya conocían a Ibarra, pero lo habían dejado en libertad en lugar de deportarlo cuando tuvieron la oportunidad.

La reacción no se hizo esperar. Donald Trump utilizó este caso como símbolo de su nueva política migratoria, argumentando que EE.UU. no podía seguir permitiendo la entrada de individuos sin historial verificado, y en respuesta a la presión popular, se aprobó la “Ley Laken Riley”, una legislación que endurece las políticas de inmigración y facilita la deportación de migrantes con antecedentes criminales o vinculados a actividades ilegales.

Este asesinato marcó un antes y un después. Hasta ese momento, muchos sectores demócratas defendían una política migratoria más flexible, pero el caso de Laken Riley cambió la narrativa. La administración Biden-Harris fue duramente criticada por haber permitido la presencia de Ibarra en el país, y su falta de respuesta efectiva frente a este tipo de situaciones sirvió como argumento para justificar el giro radical de las políticas migratorias bajo el gobierno de Trump.

¿Considera que el caso de Laken Riley selló definitivamente el destino del TPS para los venezolanos?

Sin duda. El asesinato de Laken Riley fue el punto de quiebre que legitimó la revocación del TPS y el endurecimiento de las deportaciones. Para el ciudadano estadounidense promedio, este caso personificó los peligros de una frontera descontrolada, y alimentó la percepción de que los migrantes venezolanos eran una amenaza para la seguridad del país.

El problema es que esta percepción no distingue entre criminales y migrantes honestos. Mientras que un pequeño grupo de delincuentes ha cometido actos atroces, la gran mayoría de los venezolanos en EE.UU. son personas trabajadoras y respetuosas de la ley. Sin embargo, el daño ya estaba hecho. La combinación del fraude al sistema, la violencia en las calles, la presencia del Tren de Aragua y el asesinato de Laken Riley creó un clima de rechazo que llevó a medidas extremas, como la eliminación del TPS y la aceleración de los procesos de deportación.

El régimen de Maduro logró su cometido: destruir la imagen del exilio venezolano en EE.UU.. Lo que antes era visto como una comunidad de refugiados políticos, ahora es percibido por muchos como una fuente de desorden, crimen y abuso del sistema.

Entonces, ¿considera que la diáspora venezolana ha sido utilizada como chivo expiatorio en esta crisis migratoria?

En gran parte, sí. El venezolano honesto y trabajador está pagando las consecuencias de la infiltración criminal promovida por el chavismo y de la negligencia de la administración Biden-Harris. Mientras tanto, Trump simplemente está respondiendo al clamor de los estadounidenses, quienes exigen seguridad y orden.

El problema es que, en este proceso, se han puesto en riesgo las vidas y los sueños de miles de venezolanos que sí han hecho todo bien, que han trabajado, estudiado y contribuido al país.

Profesor Carmona-Borjas, después de todo lo expuesto, queda claro que la imagen de la diáspora venezolana en EE.UU. ha sufrido un daño considerable. ¿Qué puede hacer la comunidad para contrarrestar este deterioro y evitar ser castigada por las acciones de unos pocos?

La diáspora venezolana no puede quedarse pasiva esperando que la narrativa cambie sola. Si queremos recuperar nuestra imagen y detener la persecución contra los venezolanos honestos, debemos organizarnos y actuar con determinación.

El primer paso es marcar una clara diferencia entre la diáspora venezolana honesta y quienes han manchado su imagen con actos delictivos o abusos del sistema. Debemos demostrar que no tenemos nada en común con delincuentes como el “Leíto Oficial” y el tal “Yimder”, que han hecho alarde del fraude y la explotación de beneficios gubernamentales. La comunidad misma debe ser la primera en señalar y denunciar a quienes adopten estas conductas inmorales, así como a cualquier venezolano que se sospeche pueda estar vinculado al Tren de Aragua, una organización criminal que ha infiltrado la diáspora con fines de desestabilización.

Además, los venezolanos en EE.UU. deben involucrarse activamente en la vida política y comunitaria. Es fundamental fortalecer la relación con legisladores locales y federales, promover iniciativas y peticiones, y exigir que no se castigue a toda la comunidad por las acciones de unos pocos. También es clave visibilizar las historias de éxito de emprendedores, profesionales y trabajadores venezolanos en los medios de comunicación para contrarrestar la narrativa negativa y demostrar que la gran mayoría de la diáspora es un aporte valioso para la sociedad estadounidense.

Finalmente, la comunidad debe unirse para proteger a los venezolanos que realmente han trabajado y contribuido al país. La deportación masiva no es la solución, y es clave que se establezcan mecanismos de defensa legal para quienes puedan ser injustamente expulsados.

Si la diáspora no toma acción ahora, el daño podría ser irreversible. Pero si se organiza y actúa con firmeza, aún hay una oportunidad de revertir la situación y demostrar que los venezolanos en EE.UU. son una comunidad trabajadora y valiosa para el país (LP)