Entre piratas y corsarios: La amenaza de la regresión de la política, por Lyerg Bautista

Entre piratas y corsarios: La amenaza de la regresión de la política, por Lyerg Bautista

La política repara al mundo; si no lo hace es apenas mal gobierno, transa que deviene con el tiempo en un reparto injusto, insostenible e inviable.

Si bien es cierto que la política como ejercicio de poder se despliega tanto en momentos de conflicto como en momentos de paz, la pugna por el reacomodo del poder en lo transcurrido del siglo XXI y lo que proyecta al menos hasta mitad de siglo; evidencia una realidad objetiva y es que lo conocido como modelo político democrático y de libertades está en resistencia ante la avanzada evidente de al menos una parte determinante del BRICS, miembros del consejo de seguridad de la ONU.

A partir del contexto político del caso Venezuela (2024), es inevitable la verificación de hipótesis advertidas por largo tiempo, es decir, regímenes que llegan al poder mediante el esquema democrático, pero que se transforman en autocracias abiertas (con algún tipo de competencia electoral de oposición) dando paso a totalitarismos modernos (de mercado, con cierto grado de libertad de tránsito, pero sin libertades efectivas); regímenes que además denotan la combinación de elementos de autoritarismo y sultanismo con una variante, a saber, la retroalimentación material entre países que consienten este tipo de formas de gobierno tiránicas, en flagrante ventaja frente a la retroalimentación diplomática y burocrática de países que se abrogan discursos “pro democracias”, sin pretender sobredimensionar el esquema de contraolas democráticas planteadas por autores como J. Linz.





En otras palabras, el modelo de oligarquías sostenidas por economías ilícitas (piratas del siglo XXI) luchando por el poder político para obtener investiduras de pseudo legalidad (patentes de corso modernas), a expensas de principios como la legitimidad, los derechos humanos y el derecho a la paz internacional consagrada en los fundamentos del derecho internacional público.

¿Dónde quedan entonces las mayorías? Las depositarias de la soberanía, cuya convivencia en paz es heredada por generaciones previas que sacrificaron millones de vidas para ello; esas que no reclaman algo distinto al derecho a la vida en libertad y sus implicaciones, ¿acaso quedan para enfrentar consecuencias de elites que ven la política como una empresa de lógica economicista? en contravención a lo que debería ser, una empresa económica, social y con desarrollo sustentable, pues, si se confunde inversión social con “llevar a gasto”, es altamente probable gestar el caldo de cultivo para discursos engañosamente anti desigualdad, pro justicia social etc.

¿Por qué la importancia de este punto? simple, por el ABC de todo pre-totalitarismo (infiltrar, confundir, debilitar, imponer) si un tejido social sano se divorcia sustancialmente de la realidad política, eventualmente por estadística llegan al poder grupos ideologizados con premisas antidemocráticas que persiguen desmontar al Estado (ya no es necesario eliminarlo), infiltrados por agentes extranjeros y locales adoctrinados para politizar con propaganda todas las esferas de esa sociedad, moldeando gradualmente la institucionalidad militar y policial hasta controlar los poderes públicos.

Cabe destacar que no es la mismo propaganda que oferta de modelo político. La propaganda persigue imponer una idea sobre las demás basado en la dictadura de “las mayorías” bajo la premisa de un enemigo común, real, o construido mediáticamente para justificar la perpetuación en el poder, ya sea poder político o económico en cualquiera de sus variantes; el modelo político en cambio puede ser una oferta no compartida por muchos, pero se basa en el respeto a las minorías y la persuasión para seguir en el poder, respeta la alternabilidad.

Una vez infiltrado el poder político la siguiente premisa es, confundir a su población corrompiéndola e hipotecando su futuro, confundir el concepto de percepción territorial y lo más delicado confundir la identidad del individuo hasta dibujar un tipo de idiosincrasia y cultura ajena a la tradicional, bajo la fachada de transculturización, que no es tal, pues el hecho per sé debe ser enriquecer y complementar culturas, no dominarlas silenciosamente.

Con una población atacada en su identidad y sus valores, al punto de querer negar, callar o renunciar a su nacionalidad en porcentajes “funcionales” para la coalición dominante; el siguiente paso es debilitar todas las instituciones, primordialmente a las educativas, vendiéndolas como centros de adoctrinamiento “pro status quo” considerando que el verdadero propósito de un sistema educativo sólido es masificar la pluralidad del pensamiento, desplegar el talento humano conforme a cada vocación y generar individuos libres que aporten a su sociedad; más allá de la eficacia o no de ciertos diseños instruccionales, que obedece a otro necesario debate, desplazando gradualmente a los educadores convencionales por educadores “críticos” que en la práctica terminan siendo instrumentos de propaganda.

Así pues, debilitan las instituciones lenta y sigilosamente, inverosímil para sociedades con instituciones pretendidamente “blindadas”, pero que por confusión han permitido el libertinaje en nombre de la libertad, cuyo tejido social aumenta sus estadísticas de consumos abusivos de vicios como drogas, alcohol, contenidos improductivos de entretenimiento insano, nomofobia etc., realidad que de no abordarse con la debida importancia en pocas décadas dejará a merced de la barbarie el futuro de muchas naciones otrora estandartes de libertad y democracia.

Con una sociedad infiltrada, confundida y debilitada (de múltiples formas) la imposición de un totalitarismo de corte moderno se hace posible por el mas elemental de los requisitos, a saber, la lenta y muchas veces negligente burocracia internacional; ¿la pregunta que surge en consecuencia es, si una fórmula funciona en (n) cantidad de ejemplos puede seguir funcionando para otros? ¿Cuántas crisis de los misiles tienen que reeditarse para tomar enserio el ataque detrás de estas estrategias al principio de seguridad y convivencia pacífica de los Estados establecido en la carta de la ONU?

El objeto de este breve artículo no es polarizar en categorías como “oriente vs occidente” utilizadas a modo de comunicación política en contextos de postguerra fría. El objetivo es alertar a los cuerpos de seguridad de las naciones del mundo que tienen derecho a la vida en libertad y paz por encima de su credo, configuración étnico-demográfica, geográfica o corriente de pensamiento político, a estar vigilantes de los límites de la seguridad de sus Estados, pues es relativamente sencillo corromper políticos y burócratas, pero más complejo corromper valores nacionales hasta quebrarlos. La evidencia empírica está ahí, esta ocurriendo ahora mismo en varias partes del mundo.

La política en general ya no gira en torno a ideas como derecha o izquierda, sino de libertades versus opresión en cualquiera de sus formatos. Oprimir hoy en día tiene formas no convencionales a diferencia de las dictaduras del siglo XX, se traduce en el secuestro de las instituciones y de países para servir a intereses ajenos a los escrúpulos, sin mayor limitación que la protesta de jurisdicciones externas, cada vez menos efectivas.

La idea es que los modelos se expandan o contraigan dentro de los limites del sistema de libertades, la progresividad de los derechos humanos y el respeto, sin instrumentalizar al sistema de Justicia para retroceder al derecho penal del enemigo, normalizar la siembra de falsos positivos y justificar la opresión con pseudo soberanías. Es importante rescatar y preservar el espacio de la política usurpada por beneficiarios de tiranías o empresarios de la política, para ser ocupada por individuos formados y comprometidos con lo político para la verdadera autodeterminación de los pueblos.

La paz no es ausencia de conflicto, es la tranquilidad y la seguridad de convivir con las diferencias sin imposición.