Historias del naufragio: Angélica se llevó a su hijo de nueve años con la ilusión de comenzar una nueva vida en Curazao

Historias del naufragio: Angélica se llevó a su hijo de nueve años con la ilusión de comenzar una nueva vida en Curazao

La señora Bolaños comparte el dolor de su hija, una de las sobrevivientes del naufragio. Crédito: Eliana Palencia

 

Luego de dos años de haber sido deportada de Curazao, Angélica Susana Medina Bolaños, de 35 años, se subió a la lancha “Piská Fresku Curacao” que zarpó desde San José de la Costa, en el estado Falcón, el domingo 2 de marzo rumbo a la isla.

Por cronicasdelcaribe.com





La lancha zozobró muy cerca de Curazao. De los 24 personas que iban a bordo, la Guardia Costera del Caribe Neerlandés logró salvar a diez el martes 4 de marzo. Una falleció en Willemstad, María Guadalupe Jimenez Navarro. Angélica Susana viajaba con su hijo menor, Abraham Jesús Chirinos Bolaños, de 9 años. Ella figura entre los rescatados, pero del niño no hay rastros.

“Ella me dijo que haría una nueva vida. Esta vez se llevaba a su hijo menor, que dejó de meses cuando se fue por primera vez del país en busca de empleo para mejorar su calidad de vida”, cuenta Bety Bolaños, madre de Angélica.

La familia reside en el sector Las Malvinas, en el municipio Colina del estado Falcón, zona popular con la mayoría de sus calles sin asfaltar. Muchos vecinos se trasladan a Coro, capital del estado, para buscar trabajo. En la comunidad abundan las historias de jóvenes que han emigrado, dejando a sus hijos a cargo de sus abuelos.

La primera vez que emigró, Angélica se instaló en Colombia. Su hija mayor apenas tenía cuatro años de edad y Abraham Jesús estaba de meses. Luego, ella se trasladó a Aruba y posteriormente a Curazao, desde donde fue deportada en 2023. “Lo que pasó con Angélica es que ella tenía sus hijos chiquitos, no los podía dejar morir de hambre, debía resolver y por eso se fue”, explica la señora Bety.

En Curazao trabajó en la construcción. Desde allá enviaba dinero para mantener a sus hijos, compró una moto, una casa y hasta un terreno en Venezuela. De regreso en su país, tras la expulsión, pensó en quedarse de manera definitiva.

Sin embargo, en Falcón su situación era muy precaria. Madre soltera y sin trabajo fijo, ofrecía servicios de mototaxi o delivery. Recibía el apoyo de sus hermanos y del padre de sus hijos, pero pronto resolvió retornar a Curazao con su niño.

La despedida

Unas semanas antes del zarpe, Angélica informó a su mamá de su decisión. Se marchaba solo con Abraham, pues su hija mayor de 13 años prefería quedarse con la abuela.

“Ella no se quería separar de sus hijos. Trabajaba en la moto, a veces hacía cinco dólares y eso para qué alcanza en este país. Y yo digo que los hijos deben estar con sus padres, porque ni yo como abuela lleno el vacío de sus padres, cada cosa debe estar en su lugar, el abuelo es el abuelo y la madre es la madre”, reflexiona la señora Bolaños.

El domingo 2 de marzo, la señora Bolaños estaba en la iglesia cristiana a la que acostumbra ir. Su hija la fue a buscar para despedirse y ella la invitó a pasar para que recibiera la bendición de Cristo. En el carro la esperaban su hijo Abraham y su amiga Natalia José Noguera Maldonado, de 27 años. Ambos hoy están en la lista de desaparecidos.

“Ella se bajó con el niño, pero su amiga Nathalia no quiso y preferí dejarla tranquila. El pastor los untó con aceite, eran las 10:30 de la mañana”, relata la señora Bety.

Rápido corrió el rumor de que algo había pasado con la lancha, pero ella optó por la prudencia. “La gente inventa, crea chismes y, al final, es falso. Por eso preferí esperar hasta que el martes 4 de marzo desde Curazao me pidieron que pusiera la denuncia porque no habían llegado”.

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