En medio de la incertidumbre y los desafíos que enfrenta Venezuela, es fácil sentirse abrumado por la magnitud de la crisis económica, la falta de servicios básicos, la migración forzada y la polarización política. Sin embargo, en el corazón de cada venezolano late una fuerza inquebrantable: la esperanza. No una esperanza pasiva, sino una esperanza activa, que nos impulsa a seguir adelante con determinación y fe en un futuro mejor. Hoy, quiero hablarles de un concepto que puede guiarnos en este camino: la paciencia estratégica con sentido de urgencia.
¿Qué es la Paciencia Estratégica con Sentido de Urgencia?
La paciencia estratégica con sentido de urgencia es la habilidad de equilibrar la calma y la reflexión con la capacidad de actuar de manera decisiva y oportuna cuando es necesario. No se trata de esperar indefinidamente, sino de saber cuándo esperar, cuándo avanzar y cuándo acelerar el ritmo para aprovechar oportunidades o evitar riesgos. Este enfoque combina la sabiduría de la paciencia con la agilidad de la urgencia, creando un equilibrio entre la planificación a largo plazo y la acción inmediata.
La paciencia estratégica no significa quedarnos quietos o esperar pasivamente a que las cosas mejoren. Al contrario, es la capacidad de planificar, organizarnos y trabajar con calma hacia metas a largo plazo, sabiendo que algunos problemas requieren tiempo y esfuerzo colectivo para resolverse. Es como sembrar una semilla: sabemos que no crecerá de la noche a la mañana, pero con cuidado y dedicación, dará frutos.
Por otro lado, el sentido de urgencia nos recuerda que hay momentos en los que debemos actuar de manera rápida y decidida. Cuando enfrentamos una crisis humanitaria, una amenaza a nuestros derechos o una oportunidad para avanzar, no podemos darnos el lujo de esperar. En esos casos, la acción inmediata es esencial.
La psicología ha demostrado que la esperanza no es una simple emoción, sino una habilidad cognitiva que impulsa a las personas a actuar incluso en circunstancias adversas. El psicólogo Charles Snyder desarrolló la teoría de la esperanza, argumentando que esta se basa en dos componentes: la capacidad de establecer metas claras y la voluntad de encontrar caminos para alcanzarlas.
El modelo de gestión del cambio de John Kotter, desarrollado en Harvard. El primer paso de este modelo enfatiza la importancia de crear un sentido de urgencia para movilizar a las personas hacia el cambio, identificando y comunicando claramente las amenazas y oportunidades que justifican la necesidad de actuar.
En Venezuela, la esperanza no es ingenuidad. Es la convicción de que el cambio es posible, respaldada por un pueblo que ha aprendido a resistir con inteligencia y determinación. Viktor Frankl, psiquiatra y sobreviviente del Holocausto, afirmaba: “Cuando ya no podemos cambiar una situación, tenemos el desafío de cambiarnos a nosotros mismos”. Y eso es exactamente lo que ha hecho el venezolano: se ha transformado en un ser resiliente, dispuesto a luchar sin perder la fe.
En este contexto, líderes como María Corina Machado han demostrado la importancia de la paciencia estratégica con sentido de urgencia. Machado ha sido una figura clave en la lucha por la democracia y los derechos humanos en Venezuela. Su enfoque combina la capacidad de planificar a largo plazo con la agilidad para actuar en momentos críticos. Ella ha sabido esperar el momento adecuado para impulsar cambios significativos, pero también ha actuado con decisión cuando la situación lo ha requerido.
María Corina Machado encarna el equilibrio entre la paciencia estratégica y el sentido de urgencia. Su liderazgo nos recuerda que, aunque el camino hacia el cambio puede ser largo y lleno de obstáculos, es crucial mantener la calma y la determinación para actuar cuando sea necesario. Su ejemplo nos inspira a seguir adelante, a no perder la esperanza y a trabajar juntos por un futuro mejor.
En este proceso, es fundamental confiar en el liderazgo que ha demostrado compromiso y entrega. Nuestros líderes, tanto políticos como sociales, han trabajado incansablemente para encontrar soluciones y defender los intereses de todos los venezolanos. Han enfrentado desafíos enormes, han tomado decisiones difíciles y han dado todo por el país.
Confiar en ellos no significa renunciar a nuestra voz o nuestra participación. Al contrario, significa unirnos a su esfuerzo, apoyar su trabajo y contribuir desde nuestras comunidades, nuestros hogares y nuestros espacios de acción. Juntos, líderes y ciudadanos, podemos construir el cambio que necesitamos.
Un ejemplo de paciencia estratégica con sentido de urgencia lo encontramos en la figura de San José. Aunque en los evangelios no se le atribuyen palabras, sus acciones fueron determinantes. Él supo esperar el momento adecuado para proteger a su familia, sin caer en la desesperación ni en la inacción. Su silencio no fue pasividad, sino reflexión activa. Y hoy, en Venezuela, la historia se repite: cada ciudadano que se prepara, que se informa, que se organiza, está ejerciendo ese mismo tipo de liderazgo silencioso pero poderoso.
Los tiempos difíciles no duran para siempre. La historia está llena de ejemplos de pueblos que han logrado sobreponerse a regímenes opresivos, y Venezuela no será la excepción. La clave está en mantener la esperanza viva, combinar la paciencia estratégica con acciones bien dirigidas y no permitir que la fatiga emocional gane la batalla.
Como decía Nelson Mandela: “Siempre parece imposible hasta que se hace”. Y para hacerlo, el pueblo venezolano debe recordar que la esperanza es el combustible, la paciencia estratégica es el mapa y el sentido de urgencia es el motor que los llevará al destino anhelado.
El momento es ahora. No para desesperarse, sino para redoblar esfuerzos, fortalecer la unidad y actuar con inteligencia y determinación. Porque el futuro no es algo que se espera; es algo que se construye.
La paciencia estratégica con sentido de urgencia es un enfoque poderoso para navegar un mundo en constante cambio. Combina la sabiduría de esperar y planificar con la agilidad de actuar de manera oportuna, creando un equilibrio entre la reflexión y la acción. Este concepto no solo es aplicable en contextos personales y profesionales, sino que también ofrece una guía para enfrentar desafíos globales, como la crisis climática o la innovación tecnológica, donde la urgencia y la paciencia deben coexistir.
Al integrar este enfoque en la vida diaria, las personas pueden tomar decisiones más informadas, aprovechar oportunidades y enfrentar desafíos con mayor eficacia, sin perder de vista sus objetivos a largo plazo. Es, en esencia, una forma de vivir con intención, equilibrio y propósito.
Venezuela, el momento es ahora. Mantengamos la esperanza viva, actuemos con paciencia estratégica y sentido de urgencia, y juntos construyamos el futuro que merecemos. Con líderes como María Corina Machado y el esfuerzo colectivo de todos los venezolanos, el cambio no solo es posible, sino inevitable.
Vamos por mas…
@jgerbasi