
Los politólogos y otros especialistas en materia política describen la política como “una ciencia o el arte de lo posible, pero también el sueño de lo imposible. A lo largo de la historia, los seres humanos han imaginado mundos ideales o terribles, donde la justicia, la libertad, la igualdad o la felicidad se realizan plenamente o se niegan por completo”. Estas visiones se conocen como utopías o distopías, y han servido como fuentes de inspiración, crítica o advertencia para los movimientos políticos y sociales.
Según algunos filósofos, reflexionan y aseguran una utopía es una representación de un mundo perfecto, donde no hay conflictos, sufrimiento, opresión o escasez. El término fue acuñado por el escritor inglés Thomas More en su obra homónima de 1516, donde describe una isla imaginaria llamada Utopía, donde reina una sociedad pacífica, igualitaria y racional.
Algunos ejemplos de utopías según intelectuales son:
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La República de Platón, donde los filósofos gobiernan una ciudad ideal basada en la razón y la armonía.
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La Ciudad del Sol de Tommaso Campanella, donde los habitantes comparten todos los bienes y conocimientos en una comunidad científica y religiosa.
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La Nueva Atlántida de Francis Bacon, donde una isla secreta alberga una sociedad avanzada que domina la naturaleza y la tecnología.
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Utopía de Tomás Moro, donde los autopianos viven en una democracia comunista que respeta la diversidad y la tolerancia.
En el mismo orden de ideas algunos estudiosos de la temática de la distopia llegan a conclusiones, una distopía es lo contrario de una utopía: una representación de un mundo horrible, donde hay violencia, miseria, tiranía o alienación. El término fue acuñado por el filósofo inglés John Stuart Mill en 1868, como un juego de palabras con utopía.
Algunos ejemplos de distopías literarias son:
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1984 de George Orwell, donde una dictadura totalitaria controla todos los aspectos de la vida mediante el terror y la manipulación.
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Un mundo feliz de Aldous Huxley, donde una sociedad hedonista y consumista se mantiene mediante el condicionamiento y las drogas.
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Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, donde los bomberos queman libros y la cultura está prohibida.
Si conectamos la realidad venezolana con el concepto o la etimología de la palabra distopía política podemos deslizarnos primero por la palabra razón, Maduro no quiere razonar, lo graves está en que la mayoría de venezolanos ya no cree en sus discursos y menos que las complejas crisis país es causada por una “guerra económica” apoyada por empresarios apátridas, recibiendo órdenes del imperio norteamericano, por ejemplo en nuestro más reciente estudio el 83,5% de los entrevistados no cree en la guerra económica y sanciones como un argumento para comprender y soportar la aguda crisis económica y social, que está destruyendo un país rico en reserva de petróleo y gas. Es decir, Maduro inventó una “guerra económica” potenciadas por las sanciones que ya parece hasta sospechosa incluso en su propio capital político.
Si asociamos la expresión distopía o distópico en el caso venezolano, se revela un país dentro de un mundo ruinoso resultante de múltiples razones, desde calamidades epidémicas, económicas hasta políticas. Hasta ahora la justificación de la violencia, es decir, el que lanzar molotov tiene razón de ser, ha sido lo más destructivo. “La distopía en la política se refiere a una representación negativa o sombría de futuros posibles en los que las estructuras de poder y las relaciones sociales han llevado a condiciones de vida opresivas, injustas”. A continuación, se presentan algunas características y ejemplos de cómo se manifiesta la distopía en la política y su relación en el caso venezolano: Características de la Distopía Política
Represión y Control: En muchas distopías, los gobiernos utilizan la violencia, la vigilancia y la propaganda para controlar a la población. La libertad de expresión y los derechos civiles son suprimidos.
Desigualdad Social: Las sociedades distópicas a menudo están marcadas por una gran disparidad entre las clases sociales. Un pequeño grupo de élite controla la mayoría de los recursos, mientras que el resto de la población vive en condiciones de pobreza.
Deshumanización: Puede haber una tendencia a tratar a los individuos como números o piezas de una máquina social, en lugar de respetar su humanidad y dignidad. Manipulación de la Verdad: En muchas narrativas distópicas, el control del conocimiento y la verdad es crucial. Los gobiernos pueden censurar información, reescribir la historia o propagar mentiras para mantener el poder.
Tecnología como Herramienta de Control: La tecnología puede ser utilizada para vigilar y controlar a la población, creando un estado de vigilancia permanente (como en “1984” de George Orwell).
Los venezolanos estamos llamados analizar para poder comprender el concepto de la distopía política no solo sirve como advertencia en obras de ficción, sino que también invita a la reflexión crítica sobre nuestro presente. Nos recuerda la importancia de la vigilancia ciudadana, la defensa de los derechos humanos y la necesidad de construir sociedades más justas y equitativas.