El de la diáspora venezolana, es un problema y un trauma que resolveremos a mediano y largo plazo aun cuando superemos las actuales y consabidas circunstancias del país. Muchos suponen que la solución inmediata y automática, acaso integral, será la del regreso masivo y de un poderoso simbolismo a través del aeropuerto internacional de Maiquetía y el suelo no menos patrio diseñado por Carlos +10.
El impacto demográfico ha sido demoledor, sobre todo por las generaciones más jóvenes y los sectores de una alta calificación académica. No todas las cifras disponibles son congruentes y confiables, sumadas las migraciones o desplazamientos en el propio territorio nacional de consecuencias en buena medida desconocidas.
Huelga comentar las causas que auspiciaron el inédito fenómeno, por lo menos, las que gozan de una generalizada apreciación, aunque – sospechamos – las respuestas específicas y concretas, más acá o más allá del cambio de régimen, faltan. Y es que, sentimos, la materia no ha llegado a los predios de la política, lo político y los políticos, siendo tanto o más importante que el asunto petrolero, por ejemplo.
Una pequeña consulta realizada entre varios amigos, señalan varios nombres de expertos al drama venezolano que, posiblemente, juzgamos, puede – trastocándose – abrir las puertas más generosas a largo plazo en términos de progreso social y económico. Todas las muestras informales las encabeza Tomás Páez, meritorio sociólogo y precursor investigador, seguido por Anitza Freitez e Iván de la Vega; seguramente, habrá otros de una notable y, a la vez, humilde labor.
Lo cierto es que, a pesar de un problema de varios años y de tanto peso, no cuenta con nombres equivalentes en el mundo político que se les reconozca como tales, autorizados para ejercer una vocería seria, responsable y convincente. Aclaremos, seguramente Rómulo Betancourt nunca supo ni tenía por qué saberlo, de los más acuciosos detalles técnicos de la exploración, perforación, extracción, almacenamiento, comercialización, distribución, transportación y refinación del petróleo, pero sí destacó por profundizar y acertar en la materia sabiéndola conjugar con otra mucho más exigente y arriesgada: la política. A buen entendedor, … ni que lo fajen chiquito.