Aumenta el grado de descaro laboral. Recientemente un vocero oficial dio cuenta de un tema fundamental que muy seguramente ha sido discutido al más alto nivel del gobierno en cuanto a educación y trabajo se refiere. En estos casos no corren bolas improvisadas.
Al más alto gobierno le parece que están ocurriendo jubilaciones muy tempranas, especialmente en la educación, pero sabemos que la homologación es parte fundamental de la atención de los problemas laborales nacionales. O sea, es falso que estén pensando solo en la jubilación de un sector. Es como si lanzasen un globo de ensayo a ver cómo sería la reacción. Pues esta debe ser de negativa absoluta. Y no solo por los educadores. Sino por toda la administración pública. Por las repercusiones nefastas en estos momentos de una modificación lesiva a los trabajadores en ese sentido.
Lo primero es que constituye un nuevo desconocimiento del derecho laboral. Porque los derechos laborales son intangibles, progresivos e irrenunciables. Por tanto, no pueden tocar lo alcanzado como logro general en materia de jubilaciones. La jubilación es un derecho de los trabajadores, así como está establecida entre los patrones y quienes trabajan. Cualquiera modificación debe ser acordada, no impuesta, en función de la progresividad de los derechos. ¿En qué mejoraría al trabajador aumentar la edad para el otorgamiento de la jubilación? En nada. Porque así, en este momento, el jubilado puede conseguir otro trabajo en la empresa privada, por ejemplo, o puede ser contratado por la misma institución que lo jubiló -cosa más bien indeseable en este instante, debido a lo que dicen que «pagan»; no podemos olvidar que el salario mínimo sigue anclado hace más de tres años en 130 bolívares e incide en todas las tablas de pago-, o puede dedicarse, como en efecto ocurre, a cualquier actividad informal mas productiva que la pensión o la jubilación. Es un derecho establecido e intocable este.
Ah, pero quieren ahora, cuando las condiciones laborales precarias nos tienen sumidos en una de las peores esclavitudes modernas, en esta situación de explotación laboral, ampliar esas condiciones tan negativas para el trabajador y sus familias, procurando establecer unos años más de trabajo, para llenar el vacío de la deserción laboral tan profunda, no solo en educación. Cuan fácil lo pintan. Pero esto perjudicaría mucho más a los trabajadores y resulta a todas luces absolutamente inaceptable. Maulas como son, les cuesta sacar el dinero para pagar los merecimientos de los trabajadores. Buscan mayor financiamiento para el régimen y su accionar. Financiamiento que los trabajadores educativos y no educativos no deben seguir otorgando para el sostenimiento de lo que sabemos muy bien.
En fin, si quieren trabajadores que cumplan a cabalidad sus labores, no les queda otro camino que pagar lo justo, lo digno, lo establecido en los acuerdos nacionales e internacionales. La Organización Internacional del Trabajo plantea el «Trabajo Decente. En Venezuela no existe ese trabajo así, porque andamos apenas en modo de sobrevivencia como queda demostrado en el mundo, según lo que percibimos como sueldo, muy por debajo de la pobreza extrema, como bien ha dicho, con énfasis plausible el Alto Comisionado de los Derechos Humanos de la ONU. En Venezuela, el trabajo es indecente. Así que la propuesta nociva de jubilaciones alargadas debe ser rechazada con repulsión por todos los sectores de la administración pública.
