
Durante las últimas semanas, una acumulación poco habitual de barcos de guerra y aeronaves militares estadounidenses en el Caribe y zonas cercanas a Venezuela encendió las alarmas diplomáticas y militares en la región. Imágenes satelitales, datos de rastreo de vuelos y fuentes oficiales confirman que se trata del mayor despliegue estadounidense en el Caribe desde la invasión a Panamá en 1989, con miles de efectivos y algunas de las plataformas militares más poderosas del mundo operando a corta distancia del territorio venezolano.
Por Clarín
Según un análisis de BBC Verify basado en imágenes satelitales y sistemas de seguimiento marítimo, al menos ocho buques militares estadounidenses estuvieron activos en el Caribe durante diciembre, en un contexto de creciente tensión entre Washington y Caracas.
El buque más imponente del despliegue es el USS Gerald R. Ford, el portaaviones más grande del mundo. Con más de 330 metros de eslora y capacidad para hasta 90 aeronaves, fue detectado el 15 de diciembre a unos 280 kilómetros al norte de la costa venezolana. Días antes había sido visto cerca de las Islas Vírgenes estadounidenses y, a mediados de noviembre, aún más próximo al litoral venezolano. Este portaaviones navega acompañado por un grupo de ataque que incluye destructores y otros buques de apoyo, lo que amplifica su capacidad ofensiva.

El navío estadounidense más cercano a Venezuela identificado hasta ahora fue un crucero lanzamisiles clase Ticonderoga, observado el 4 de diciembre a apenas 150 kilómetros de la costa. Este tipo de buques está equipado con misiles de largo alcance y sistemas avanzados de defensa aérea, lo que refuerza la idea de que el despliegue va más allá de una simple operación antidrogas.
Otro barco relevante es el MV Ocean Trader, una embarcación asociada al Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos. Fue detectada el 25 de noviembre entre Puerto Rico y República Dominicana. Este tipo de nave suele funcionar como plataforma logística y de apoyo para fuerzas especiales, lo que alimenta especulaciones sobre misiones encubiertas o de inteligencia.
A estos buques se suman naves anfibias de asalto, capaces de transportar y desembarcar miles de soldados, además de destructores equipados con misiles guiados. En conjunto, el despliegue incluye unos 15.000 efectivos, una cifra inusualmente alta para operaciones antinarcóticos.

El movimiento no se limita al mar. En el aire, Estados Unidos intensificó notablemente su actividad militar. Aviones de combate F-35 fueron desplegados en bases del Caribe y se reactivó la base naval de Roosevelt Roads, en Puerto Rico, cerrada durante más de dos décadas. Además, bombarderos estratégicos B-52 realizaron vuelos de demostración cerca del espacio aéreo venezolano, algunos de ellos partiendo desde Dakota del Norte y regresando tras sobrevolar la región.
Datos de seguimiento de vuelos muestran que los días 20 y 21 de noviembre al menos cuatro aeronaves militares estadounidenses operaron cerca de Venezuela, entre ellas un bombardero B-52, un avión de vigilancia de la Fuerza Aérea, un caza Super Hornet de la Marina y un avión cisterna de reabastecimiento. En octubre, tres B-52 ya habían realizado maniobras similares frente a la costa venezolana.
Expertos militares señalan que estos vuelos, junto con la presencia de aviones de patrulla marítima P-8 Poseidon, indican un esfuerzo sistemático por recopilar inteligencia y demostrar capacidad de ataque rápido.
Lea más en Clarín
