El País: La Navidad más tensa en Venezuela

El País: La Navidad más tensa en Venezuela

Familiares de presos políticos en Venezuela durante una manifestación, en Caracas, el 14 de diciembre.
Ronald Pena R (EFE)

 

La Navidad es inercia: compras, cena, regalos, reunión familiar en todas las escalas entre la precariedad y el derroche que coexisten en un país cada vez más desigual como Venezuela. La que se vive en Caracas este 2025 disimula lo que está en la mente de gran parte de los venezolanos. Las fiestas están atravesadas por las mayores tensiones geopolíticas que ha vivido el país en décadas, en medio del también mayor despliegue de activos militares estadounidenses en tiempo reciente, que amenaza como un hilo de pólvora la frontera caribe del país sudamericano.

Por: El País





La sensación de inminencia de que algo pueda pasar, de “ahora sí”, esa incertidumbre crónica que por años los venezolanos han experimentado con respecto a la prolongada crisis política, ha metabolizado estas Navidades. No se habla de ello, al menos no sin dar un rodeo al lenguaje, con la jerga de la censura. Es por eso que la preocupación por los ataques e incautaciones de petroleros sancionados en el Caribe que obligaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a reunir a sus representantes en la víspera del 24 de diciembre, no se nota en las calles decoradas de Navidad desde octubre, cuando el régimen de Nicolás Maduro ordenó el inicio de la celebración y “la rumba”, mientras drones estadounidenses atacaban supuestas narcolanchas que partían de Venezuela y aviones de combate hacían sus merodeos por el espacio aéreo venezolano.

Es la misma víspera, mientras los embajadores daban su discurso en Nueva York, en la que una manicurista en Caracas terminaba de pintar de rojo las uñas a una clienta y confesaba su anhelo: “Si pasa lo que todos estamos esperando que pase, tendremos un buen año. Si no, igual, hay que seguir”, decía mientras daba brochazos de esmalte. “Así es, mija”, respondía la otra mujer entrada en años. La conversación en código revela lo que decían las encuestas antes de las presidenciales del año pasado: la mayoría del país quiere un cambio político y todavía lo espera.

En las calles la mayor preocupación que los ciudadanos expresan es la del dinero, el aumento acelerado del dólar y cómo hacer para estirar los ingresos. “Este año decidí olvidarme de lo que está pasando, para no pasarlo mal”, dice Luis Martínez, de 56 años, un abogado jubilado de la administración pública. Aunque algunos aspiran a la evasión en un momento tenso, las alertas en las redes sociales siempre asaltan con cada nueva declaración ambivalente de un funcionario estadounidense o venezolano y las actualizaciones de los movimientos de barcos y aviones militares en el Caribe. “Todos, con más o menos desesperación, estamos esperando un cambio el país, que algo pase, aunque ahora tengo vagas esperanzas de que vaya a suceder”, afirma Martínez. Con grandes esfuerzos, ha decidido pasar el fin de año en la Isla de Margarita con su familia, haciendo el viaje más económico por carretera y ferry y llevando comida de casa para evitar gastar en restaurantes. Pudo pagar la estadía aprovechando el enorme diferencial al vender unos dólares que tenía ahorrados.

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