La Mesa de la Unidad Democrática ha convocado al país a una gran marcha nacional el próximo 1 de septiembre. El propósito de esta manifestación, que se espera sea una de las más grandes que se hayan visto en la historia venezolana, es solicitar a las “reptoras” del CNE la definición de la fecha para la recolección de 4 millones de firmas (20%) que permitan activar formalmente el Referendo Revocatorio contra Nicolás Maduro Moros, de acuerdo con lo establecido en el artículo 72 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Por Gustavo Azócar Alcalá / @gustavoazocara
Lo primero que debo decir es que, por supuesto, estoy totalmente de acuerdo con lo que se ha dado en llamar “la madre de todas las marchas”. Comparto plenamente la idea de una gran manifestación popular que se haga sentir en las calles y que demuestre al mundo entero, la indetenible e inquebrantable voluntad del pueblo venezolano de revocar el mandato a un hombre que se ha convertido, en apenas 3 años y medio, en el peor Presidente que ha tenido Venezuela en los últimos 50 años. Pienso que todos coincidimos en eso: el peor gobierno de la 4ta república fue infinitamente mejor que el actual gobierno de Maduro.
Una multitudinaria manifestación en la capital del país le demostrará a Maduro y a las cuatro “reptoras” del CNE algo que ya ellos muy bien saben: que los venezolanos estamos decididos a ejercer nuestro derecho constitucional y democrático para sacar del Palacio de Miraflores al principal causante de la crisis social, política, moral y económica que afecta al país. Pero lo más importante: la marcha podría servir también de catalizador para que una gran parte de Venezuela pueda drenar su angustia, su rabia, su descontento, su malestar y su frustración por tener que vivir en un país que a pesar de poseer grandes riquezas naturales y un envidiable talento humano, padece una de las crisis más crueles y severas que se hayan visto en algún lugar del mundo.
Si. Estoy absolutamente de acuerdo. La marcha no sólo es inevitable, sino que es muy necesaria. Lástima que haya sido programada tan tarde. En mi modesta opinión la manifestación ha debido ser convocada al día siguiente de la rueda de prensa ofrecida por Tibisay Lucena, en la que con su cara muy lavada, anunció al país que la fecha para la recolección del 20% de las firmas podría ser para mediados del mes de octubre. La presidenta del CNE no solamente se burló del país, sino que violó descaradamente y en cadena nacional de radio y televisión, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, al irrespetar los lapsos establecidos en la ley para la realización de un Referendo Revocatorio. La respuesta de la MUD ha debido ser inmediata, sin dilaciones y sin pérdida de tiempo. No fue así. Los dirigentes de la Mesa de la Unidad prefirieron convocar a una gran manifestación de calle 3 semanas después del anuncio de Lucena, con la excusa de que no se podía organizar una movilización exitosa en tan poco tiempo y en temporada de vacaciones escolares.
A pesar de ello, la gente está motivada para salir a marchar. Durante estas últimas semanas he visitado no menos de 7 ciudades del país y en todas ellas encuentro personas que se están preparando y organizando para viajar a Caracas y participar en la “super marcha” del jueves 1 de septiembre. Los venezolanos que se oponen al gobierno de Maduro (8 de cada 10 según las encuestas) quieren mostrar en las calles, frente al país y ante el mundo, su rechazo a un régimen autoritario, narco complaciente, hambreador y violador de los derechos humanos. La mayoría quiere dejar testimonio de su firme disposición para sacar del poder a los principales responsables del desastre en el que se encuentra sumida la nación con las reservas petroleras más grandes del mundo.
Ahora bien: ¿cómo hacer para que la marcha del 1 de septiembre de 2016 no se convierta en una marcha más de las tantas que hemos hecho en el país desde el año 2000? Entre 2000 y 2012 los venezolanos que nos opusimos a Hugo Chávez marchamos por lo menos un millar de veces en calles y avenidas de Caracas y de otras ciudades del país para demostrar nuestra molestia, rechazo y descontento hacia el desgobierno del comandante intergaláctico. En la red global de internet están las fotos y los vídeos que demuestran las contundentes y multitudinarias manifestaciones populares que se hicieron para rechazar la forma de gobierno de Chávez y sus atropellos a la libertad de expresión, a la propiedad privada y a los derechos fundamentales establecidos en la Carta Magna.
Desde 2013 hasta 2016 los venezolanos también hemos salido a protestar un millar de veces contra el desgobierno de Nicolás Maduro. Las manifestaciones más contundentes contra la desastrosa administración del ex chofer del Metro de Caracas se dieron entre febrero y marzo de 2014. En aquella oportunidad el país entero fue sacudido por fuertes disturbios que dejaron un saldo de 43 fallecidos (oficialistas, opositores, funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana entre otros), más de 486 heridos y 1854 detenidos, según informe de la Fiscalía General de la República. Valiéndose de esos hechos, el gobierno tomó la excusa que necesitaba para meter en la cárcel a Leopoldo López y condenarlo luego a 14 años de prisión.
En mi humilde opinión, la marcha del venidero 1 de septiembre, tiene que ser diferente a todas las marchas que hemos hecho en el país desde el año 2000 hasta nuestros días. De acuerdo con los voceros de la MUD, la marcha busca cumplir un objetivo concreto y muy específico: obligar a las “reptoras” del CNE a reconsiderar su decisión de convocar la recolección del 20% de las firmas para finales de octubre retrasando con ello las posibilidades de que el Revocatorio se efectúe antes de que termine el presente año. Eso está muy bien, pero ¿ustedes creen que con una sola marcha, de un solo día, con un millón de personas en Caracas, Tibisay Lucena desacatará la orden que le dieron desde el Palacio de Miraflores para impedir que el RR se haga este año?
Soy de quienes creen que la marcha del 1 de septiembre debe cumplir también con otros objetivos: 1) Impedir a toda costa que la manifestación sirva de excusa para que otros dirigentes políticos sean enviados a la Cárcel de Ramo Verde, como ocurrió con Leopoldo López. El gobierno ya tiene en la mira a los líderes que pondrá tras las rejas después del 1S. Nuestro trabajo es evitar darle más “premios” a Maduro. 2) Impedir que los sectores violentos y radicales de la oposición (que los hay) utilicen la marcha para transformarla en una manifestación violenta que termine en actos vandálicos que generen un caos que sólo le conviene al gobierno. 3) Evitar a toda costa la innecesaria muerte de venezolanos inocentes (la mayoría de ellos estudiantes) que sólo han servido de carne de cañón para que algunos dirigentes políticos opositores “construyan” su liderazgo. 4) Impedir la infiltración de sectores radicales del gobierno (colectivos y grupos paramilitares) que tratarán de provocar a la oposición para que la marcha termine convertida en una tragedia que le otorgue a Nicolás Maduro la excusa que necesita para mostrarse como una “víctima” a nivel internacional. Y 5) Convertir la marcha del 1 de septiembre en la primera de una serie de 100 jornadas sucesivas de protestas cívicas, pacíficas y democráticas, realizadas todos los días, a nivel nacional, las cuales no se detendrán hasta que el CNE anuncie formalmente la fecha de la recolección de las firmas. Una marcha de un millón de personas es buena. Pero 100 marchas de 100 mil personas durante 100 días son mucho mejores. La libertad se conquista todos los días. Sin descanso y sin vacaciones.
Si la marcha del 1 de septiembre se convierte en una marcha más, habremos perdido el tiempo. Pero si la “super marcha” se transforma en el inicio de una lucha de calle permanente, duradera, persistente, que no se acabe hasta que se haya cumplido el objetivo, entonces habrá valido la pena. Los venezolanos estamos cansados de marchar durante 2 y 3 horas para luego regresar a nuestras casas cansados, a la misma rutina de siempre. Queremos marchar, pero deseamos que ésta no sea una marcha más. Tan importante cómo saber que debemos hacer el día de la marcha, es saber lo que haremos el día después de la marcha. Las tiranías no se desploman con una marcha de un día. Se resquebrajan y se vuelven añicos con manifestaciones populares permanentes, constantes, persistentes, perseverantes y contundentes, que se hacen todos los días hasta que la historia termine. No se trata de convocar a una “marcha sin retorno” al estilo Escarrá. Se trata de iniciar una lucha más duradera, más a largo plazo y menos epiléptica que las anteriores.
SC. 21 de agosto de 2016
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