La guerra abierta del presidente de EE.UU., Donald Trump, contra los medios sienta un mal ejemplo para los Gobiernos del mundo a los que el país norteamericano denunciaba hasta ahora cuando violaban la libertad de prensa.
La hostilidad del nuevo Gobierno estadounidense hacia los periodistas debilita la lucha contra los ataques a sus derechos en otras naciones, muchas de ellas en Latinoamérica, explicaron hoy a Efe responsables de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y Freedom House.
“Trump da un mal ejemplo para otros presidentes”, indicó Edison Lanza, el relator especial de la CIDH para la Libertad de Expresión.
En su opinión, el resto de países americanos van a preguntarse: “¿Si la democracia más vieja de la región tiene esta relación con la prensa, por qué vamos a tener nosotros una actitud distinta?”.
Para el experto, lo más grave es que Trump haya llevado los ataques a la prensa de su campaña hasta la Casa Blanca, desde donde ha intensificado “su hostigamiento verbal” en busca “del descrédito” de algunos de los medios más prestigiosos del mundo.
En solo un mes de Presidencia, Trump ha declarado a la prensa “el enemigo del pueblo”, ha acusado a los periodistas de publicar “noticias falsas”, ha vetado a medios reputados de una sesión informativa y ha roto con la tradición al anunciar que no acudirá a la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca.
“La desaparición de la capacidad moral de Estados Unidos envía un mal mensaje para otros Gobiernos donde existen tendencias populistas de derecha o de izquierda con intenciones de controlar a los medios”, dijo a Efe Carlos Ponce, director de programas de América Latina en Freedom House.
“Puede ser un elemento de validación de conductas negativas en muchos países de la región”, advirtió el experto, cuya organización señala en su informe 2016 de libertad en el mundo que las posiciones de Trump suscitan el temor de que EE.UU. deje de priorizar los derechos humanos y la democracia en su política exterior.
Estados Unidos, que siempre obtiene las mejores puntuaciones sobre libertades en este tipo de informes mundiales, está incluido en la lista de “países a seguir en 2017” porque “la poco ortodoxa campaña de Trump dejó interrogantes sobre el enfoque del nuevo Gobierno en libertades civiles y el papel del país en el mundo”.
Las constantes arremetidas del presidente Trump contra la prensa confirman los peores pronósticos y “alientan a los muchos demagogos y populistas, de izquierda y derecha, que cumplen religiosamente el principio de que la libertad de prensa es el primer objetivo a vencer por parte de los tiranos”, apuntó Roberto Rock, presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP.
El senador y excandidato presidencial republicano John McCain advirtió recientemente a Trump que “los dictadores empiezan reprimiendo a la prensa”, mientras que uno de los periodistas que destaparon el escándalo del “Watergate”, Carl Bernstein, afirmó que el presidente recuerda a “dictadores y líderes autoritarios como Joseph Stalin y Adolf Hitler”.
En Latinoamérica, algunos observadores han querido trazar paralelismos entre el trato hacia la prensa de Trump y el de los presidentes de Venezuela o Ecuador, pero los expertos consultados por Efe consideran que la situación en EE.UU. todavía no es comparable a la de esos países.
“Todavía estamos lejos de llegar a estos casos extremos”, aseguró Ponce, mientras que Rock apuntó que en Venezuela y Ecuador “los demagogos populistas han logrado silenciar a los contrapesos constitucionales del Poder Legislativo y Judicial”.
“En esos países hay democracias en vías de consolidación, con una crisis muy aguda en su sistema de partidos, clases políticas deterioradas por la corrupción y la incompetencia. No es el caso de Estados Unidos, cada día parece mas claro que en ese país esos contrapesos siguen funcionando”, agregó.
A eso, añadió Lanza, se suma que EE.UU. cuenta con “unos medios fuertes que tienen su independencia garantizada desde el punto de vista económico y una sociedad civil muy fuerte”, a diferencia de otros países “donde los medios están debilitados y la sociedad civil está amenazada”.
La prensa de EE.UU. dispone de herramientas para defenderse de los ataques de Trump, pero los periodistas de otros lugares del mundo que contaban con que el Gobierno estadounidense los defendiera se han quedado, al parecer, sin esa voz.
La señal más clara en ese sentido es que cuando Venezuela sacó del aire al canal estadounidense CNN en Español este mes, numerosos líderes e instituciones lo condenaron, mientras que Donald Trump, que critica a la cadena cada día, guardó silencio. EFE