España, luego de la Batalla naval de Trafalgar (1805), quedó como una Metrópoli incomunicada de sus dominios ultramarinos. Inglaterra, por el contrario, se hizo dueña de los océanos y apuntaló su deseo de relevar a España como dueña de América.
Por Ángel Lombardi / @Lombardiboscan
Todavía sorprende como hizo España, sin Marina, para sostener su causa. Hecho éste que apuntala, aún más, la tesis que argumenta que nuestra Independencia nacional fue algo autárquico y endógeno: una guerra civil atizada por partidos extremistas y con la nula presencia institucional de España.
En 1817, Fernando VII, un Rey un tanto tarado, inesperadamente vuelto al poder en el año 1814 debido a la retirada de las tropas napoleónicas que invadieron la península en 1808, se decidió por una estrategia de reconquista militar sobre sus súbditos sublevados en Hispanoamérica sin contar con los medios para que fuese exitosa. La marcha de la locura es la irracionalidad en la historia. En 1817, Fernando VII, le compra a los rusos con su Zar a la cabeza, una flota de guerra con barcos inservibles para operar en las aguas cálidas del trópico. Era evidente la intención del gobierno madrileño de reconectar, con la adecuada fluidez, las comunicaciones interrumpidas a través del Océano Atlántico. Lamentablemente: fue un mal negocio y España tuvo que afrontar el levantamiento de sus colonias sin tener una marina de guerra robusta.
Hacemos éste señalamiento introductorio para entender como la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, el 24 de julio de 1823, fue un acontecimiento modesto aunque estratégicamente decisivo. Ya las fuerzas de Bolívar y Páez habían triunfado en Carabobo el 24 de junio de 1821 y las dispersas fuerzas militares del realista La Torre se encerraron en Puerto Cabello. Bolívar, se confió, y se dirigió a la conquista del Sur. Inesperadamente, Francisco Tomás Morales, canario, y segundo en el mando de lo que fue la temida “Legión Infernal” de Boves en el año 1814, sustituyó a La Torre, y en un golpe de audacia, reconquistó Coro y Maracaibo en el año 1822. Morales sabía que sólo podía mantenerse con posibilidades de actividad militar sí el Almirante Ángel Laborde mantenía con su flota el puerto de Maracaibo abierto a los suministros provenientes del mundo exterior; y confiar en la ayuda que se había solicitado a Cuba.
Es por ello que el Almirante Padilla, neogranadino, y al frente de una flota igual de modesta que la realista, formada por corsarios y piratas, decide entablar batalla en el Lago de Maracaibo. El triunfo sonrió a los independentistas e hizo que Morales capitulara el 3 de agosto de 1823 poniendo fin, oficialmente, a la Monarquía en Venezuela. El reducto de Puerto Cabello siguió resistiendo hasta noviembre de ese mismo año y finalmente fue rendido por José Antonio Páez, el verdadero padre de la nacionalidad venezolana.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE LUZ
@LOMBARDIBOSCAN