El régimen se apodera del país, lo que ha provocado la ira interna y el rechazo externo. El mundo nos ve como nunca antes. Las declaraciones, comunicados y anuncios de los gobiernos, instituciones y personalidades extranjeras vienen en auxilio de los venezolanos que hoy sufrimos una invasión extranjera consentida que nos masacra como pueblo.
Secuestran el país y las instituciones, encarcelan, persigue, torturan. La dirigencia opositora reacciona, pero una vez más de manera incoherente, incluso, lamentablemente, contradictoria. Unos dicen una cosa, otros dicen otra. Y es quizás allí, en donde radica el mayor mal.
El régimen sabe lo que hace cuando genera la confrontación en la oposición y la divide. El resultado es la decepción del pueblo, la tristeza y la frustración. Se perdió el esfuerzo de la calle que tanto sufrimiento trajo, para entrar en una regionales que no se sabe si van y de que forma la dictadura las organizará.
Unos critican la postura de Ramos Allup, otros la aprueban. Hay confusión, es cierto. Y todos, curiosamente, parecen tener algo de razón.
Si vamos a las regionales, dicen algunos, perdemos todo. No solo nos derrotarán y se apoderarán de todas o la mayoría de las Gobernaciones, con el fraude continuo de las rectoras eternas, sino que estaríamos legitimando la Asamblea Nacional Constituyente, adefesio rechazado por todos dentro y fuera.
Si no vamos a las regionales, perdemos el espacio político, dicen otros, ese espacio que al final parece no ser útil sino para darle más fuerza a la barbarie.
La oposición atraviesa una nueva crisis de la cual seguramente saldrá fortalecida, si sus dirigentes, los de la MUD y los externos, muestran la sensatez que se requiere para salir de la pesadilla.
El régimen por su parte también sufre los embates de la confrontación. Pierden terreno popular y lo saben. No es un grupo tan homogéneo como lo pretenden mostrar. Hay muchas diferencias que es cierto las controlan desde arriba, al menos la mayoría.
Las declaraciones del Presidente Trump han sido realmente infelices. Nadie puede pretender a estas alturas una intervención militar extranjera para sacar al dictador. Sanciones sí, sin duda alguna. Ojalá que el gobierno de los Estados Unidos, la Unión Europea, otras instituciones y gobiernos adopten medidas que no son necesariamente económicas que “ahoguen” al pueblo venezolanos, aunque algunos desubicados, socialdemócratas a su manera, siguen jugando con el régimen, como lo habría mostrado en días pasados el Presidente uruguayo Tabaré Vázquez cuando reconoció que su postura en el Mercosur, cuando se sancionó a la dictadura venezolana, fue para evitar “represalias” de los países socios de la institución subregional. Para el uruguayo lo importante no es el pueblo venezolano, ese que se rompió las vestiduras cuando la dictadura en su país los reprimía y desaparecía; ¡si no los negocios!
La expulsión del representante de la dictadura en Perú es un buen ejemplo de sanciones absolutamente válidas y coherentes. Ojalá que otros sigan ese ejemplo que en nada vulnera la soberanía nacional, menos podría significar una injerencia indebida en nuestros asuntos internos.
Mientras el mundo centra su atención en Corea del Norte y en Venezuela, los venezolanos siguen sufriendo el acoso y la represión de un régimen decadente. Los presos políticos siguen, aumentan, al igual que las torturas y los tratos inhumanos y degradantes. El caso aberrante de la detención ilegal y tortura del violinista venezolano Wuilly Arteaga está dándole vuelta al mundo. Las cárceles civiles y militares llenas.
La lucha sigue y sin tregua, cada uno desde su trinchera, dentro o fuera del país. Aportando, sin dividir, apoyando, sin destruir. Abriendo caminos, sin cerrar las posibilidades. El enemigo es uno solo, ese que por todos los medios viene contra todos para freír nuestras cabezas, las que queden en el país, como lo anunciara el padre de esta desgracia en 1998 cuando se inició nuestra autodestrucción.
@CarmonaBorjas