El violinista-libertario de Venezuela, Wuilly Arteaga sorprendió anoche a familiares, amigos e incluso a sus propios abogados al ser puesto en libertad casi a medianoche del día de ayer, de una manera oblicua a los procedimientos legales ordinarios establecidos para la liberación de los detenidos en causas penales.
Especial lapatilla.com
Cuando se le preguntó cuáles eran sus planes ahora que estaba en libertad, Wuilly comentó que era cierto que estaba de nuevo en la calle, pero no que no estaba libre. “No estoy libre porque mi país no está libre. Salgo a retomar la lucha por la libertad, en la única forma que sé hacerlo, a través de mi música, pero ahora tengo un nuevo compromiso de vida, un compromiso de lucha adicional por la libertad de los presos políticos. Ninguno de los presos políticos merece estar detenido y bajo ninguna condición, incluyendo los arrestos domiciliarios. Le hice una promesa a los muchachos que con todo el dolor de mi alma dejaba atrás y es que no descansaría hasta lograr que los liberaran a todos. Le pido a Dios me ayude en esa nueva cruzada que me he comprometido realizar. Si debo ir incluso a hablar con el mismo Presidente Maduro para pedir el cese de las detenciones ilegales a los disidentes políticos, lo haré, pero ya no debe haber más detenciones de venezolanos por sus ideologías políticas. Los venezolanos tenemos que seguir luchando mancomunadamente para obtener la libertad del país, la libertad de los presos políticos y que más nunca haya presos políticos en Venezuela”.
Casi a las 10 de la noche, los oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana del Destacamento 433 de El Paraíso donde estaba recluido, le dijeron que recogiera sus cosas que lo iban a sacar de ahí. Por momentos Wuilly creyó que lo iban era a trasladar a otro destacamento militar, pero uno de los guardias le dijo que quedaba en libertad, a lo que él respondió que no, que lo dejaran ahí, que no él se quería ir de ahí, ya que no tenía sentido que él saliera en libertad por el solo hecho que él era Wuilly, sabiendo que los demás muchachos se quedarían detenidos y por eso volvió a meter sus cosas de nuevo en su celda, situación que originó que lo sacaran a la fuerza.
Aún sin entender lo que pasaba, lo montaron en un vehículo y lo trasladaron y dejaron literalmente tirado en la Plaza Altamira. Mientras estaba en el carro, Wuilly iba todo desorientado, sin saber qué estaba pasando en Venezuela, sin saber qué había pasado con la Constituyente o qué había pasado con las marchas que no se veía ni rastros de éstas y sobre todo pensaba en qué habían hecho los dirigentes políticos con el esfuerzo que habían hecho los millones de venezolanos que permanecieron por meses en resistencia, que hasta la vida de más de cientos de ellos había costado, al menos hasta el día que él había sido arrestado.
Al preguntársele sobre su estado de salud, respondió lo que primero haría es ir al médico pues aún tenía problemas para oír en uno de sus oídos que fue brutalmente golpeado el día de su arresto, por el cual comentó que nunca recibió atención médica, sólo un chequeo médico-legal que le hizo la Fiscalía General cuando ya estaba detenido en el Destacamento 433 de la GNB de El Paraíso, pero tratamiento o medicinas, nunca. La golpiza que recibió el día del arresto, no sólo él, sino todas las personas que habían sido arrestadas ese día, que fue tan brutal que llegó un momento que ya los golpes ni le dolían y lo que sentía era una profunda lástima y tristeza por esos oficiales que habían perdido el honor de su divisa, por intereses inconfesables y por ello en su corazón los iba perdonando a cada uno.
Entre tantas cosas que comentó y que serán publicadas en este medio con carácter de exclusividad en varias entregas, Wuilly expresó que hace cuatro (4) días lo fueron a buscar varios efectivos oficiales de la Casa Militar que tenían instrucciones de llevarlo al Palacio de Miraflores. Le cortaron el cabello para que no se le viera el cabello quemado con un yesquero, en uno de los actos de barbarie cometido por uno de los guardias nacionales el mismo día de su arresto, así como le cambiaron de ropa y pusieron ropa limpia. Cuando Arteaga se entera que el propósito era que lo iban a llevar a hablar con el mismísimo Presidente Nicolás Maduro, el violinista le respondió a los oficiales que si a él lo llevaban a hablar con Maduro que él iba no a pedir por su libertad, sino a pedir por la libertad de todos los presos políticos que ahí lo acompañaban en ese Destacamento, ya que él era un preso político igual que los demás y que no esperaba privilegios por encima de los demás. Wuilly no sabe si fue su comentario o algún otro motivo, pero lo cierto fue que los oficiales de la Casa Militar que esperaron por varias horas la llamada del Palacio Presidencial jamás obtuvieron la confirmación, por lo que el traslado no se concretó.
Al sentirse en libertad, Wuilly le dio primero gracias a Dios, a sus padres y hermanos, a su incondicional Hazel, por su apoyo moral y presencia en los medios, que hasta los mismos guardias le decían que la veían en todos lados pidiendo por su liberación. Recordó incluso haber visto a Hazel en la distancia el día que lo habían trasladado al Palacio de Justicia el 30 de Julio. Al Profesor Robert Carmona-Borjas de la Fundación Arcadia, de quien sabía estaba moviendo cielo y tierra en el exterior para lograr la presión internacional que como le dijo uno de los guardias en el vehículo que lo trasladaba a Altamira, fue la que obligó al gobierno a liberarlo. Al Foro Penal y a su Director Ejecutivo, Alfredo Romero y, sobre todo, a todos y cada uno de los venezolanos que le expresaban su apoyo a través de las redes y comenta que logró saberlo, pues para sobrevivir en el cautiverio, tuvo que ganarse la empatía de varios guardias nacionales y uno de ellos en dos oportunidades le prestó su celular y a través del cual logró enviar dos mensajes en sus cuentas de Instagram y Twitter. Ahí fue cuando vio los miles de mensajes de apoyo y las miles de bendiciones que le habían dejado. De corazón gracias y que Dios me los bendiga a todos por sus oraciones y apoyo.
También quiso agradecer especialmente a Ricardo Montaner, Alejandro Sanz, Gabriela Montero, Carlos Baute, Oscarcito y Jorge Ramos de quien dijo se había ganado la exclusiva de cualquiera de sus entrevistas por el video tan emotivo que había a favor de su libertad. A Caterina Valentino a quien más de un guardia me pedía a cada rato que se las presentara. A los Expresidentes Tuto Quiroga, Vicente Fox, Laura Chinchilla y Álvaro Uribe. Al Secretario General de la OEA, el Señor Almagro, a José Miguel Vivanco de Human Rights Watch. A la Congresista Ileana Ros-Lehtinen, al Congresista Jamie Raskin y Carlos Curbelo. A todos esos maravillosos caricaturistas por tan bellas viñetas que le crearon. A todos los artistas y a todos los demás venezolanos y extranjeros que alzaron su voz para pedir por su liberación y para enviarle bendiciones, a todos ellos, su más profundo agradecimiento. Eran tantos nombres que en los 2 o 3 minutos que le prestaban el celular el guardia, esos eran los que más se repetían. Ahora tendrá más calma de verlos todos.