De nuevo, un día importante en el tratamiento de la crisis venezolana, la crisis política e integral que el régimen se ha negado a considerar y a aceptar pero que paradójicamente admite al rogar la reunión de Santo Domingo que quizás y esa sería su única intención, le legitime y le pueda extraer del espacio de forajido en el que se encuentra, según la comunidad internacional.
La delegación de la MUD, que representa una parte de la oposición, ojo, no toda, lleva consigo una responsabilidad tremenda. Representar las exigencias de los venezolanos, no sus intereses como pareciera hasta ahora haber sucedido, ni la de sus miembros que creemos a veces juegan en distintos equipos ¿Timoteo Zambrano?. Y, lograr algún acuerdo para salir adelante en la recuperación de l democracia, un reto que a simple vista, dada la naturaleza delictiva del adversario o enemigo como ellos se ubican en relación con nosotros, parece imposible, si no difícil de lograr.
Todos esperamos, en efecto, una negociación, no solo un simple diálogo o conversación para dilatar la crisis. Esperamos una negociación con resultados, es decir, con acuerdos, a lo que difícilmente está dispuesto el régimen de Maduro que solo busca imponer sus criterios.
Mucho se habla del contenido del diálogo, de la agenda, de los puntos que se tratan. Ha habido un cierto hermetismo que en cierta forma se justifica, aunque el régimen filtra descaradamente ciertas informaciones cuando le conviene, para crear confusión y frustración y sembrar desesperanzas.
Nadie se opone a los acuerdos pero no para avalar el desastre, para proteger a los delincuentes; sino para avanzar hacia el retorno a la democracia. No es posible y así suponemos que está descartado, en una negociación que se lleguen acuerdos sobre los derechos que nos corresponden constitucionalmente.
Reconocer la ANC sería un disparate, una contradicción. Una decisión aberrante e inaceptable si llegase a ocurrir. Desconocer la Asamblea Nacional sería más grave aún. Negociar las elecciones para el 2018 no tiene cabida, aunque sí un adelanto que el régimen cree hoy que le favorece. Ir a elecciones de nuevo con un poder electoral sometido o “equilibrado” a su manera, en el cual los representantes opositores juegan el mismo papel marginal que el rector Rondón.
Negociar la liberación de un grupo y no de la totalidad de los presos políticos sería igual de inaceptable. No se trata de algunos derechos humanos, se trata de todos los derechos humanos.
En definitiva, negociar la democracia no es posible, es simplemente inaceptable. El régimen busca y ojalá me equivoque, prolongar su vida y su permanencia que sabe tiene un destino marcado, como el de los sobrinos narcotraficantes condenados ayer por la justicia de los Estados Unidos, a falta de justicia nacional que les hubiera protegido en sus fechorías, como protege a cuánto bandido vestido de rojo asesina, tortura o desfalca al Estado, ahora y antes cuando operaba la “ilustre” Fiscal Ortega Díaz.
Otro día crucial. Dios quiera, quienes dicen actuar en nombre de la oposición, al menos de una parte, oigan el clamor popular, ese que parece no ser escuchado por muchos, pero que en definitiva marca el rumbo de las cosas en el país.
Robert Carmona-Borjas