La actuación política opositora debe buscar nuevos cauces que la conecten con los gravísimos problemas de la gente. Sin zafarse de la búsqueda de una solución electoral, la oposición venezolana debe transitar también por el camino de la lucha social. El tamaño de la crisis humanitaria así lo demanda.
Casi nadie está excento de trocarse en mendigo de la noche a la mañana y descubrirse un buen día jurungando en la basura para procurarse algo de comer; de morir con cualquier enfermedad porque no encuentra los medicamentos o no puede acceder a la atención médica; o sencillamente de ser víctima del hampa desatada en pueblos y ciudades.
La situación es trágica, calamitosa, e insistimos tercamente en ignorarla. Debemos entender su magnitud y su naturaleza para formular una política que nos permita luchar contra la barbarie a la cual nos ha sometido el Pranato madurista.
El presidente de la Asamblea Nacional tuvo el tino en su discurso inicial de llamar la atención sobre el tema y proponer una “Alianza Nacional para la Solidaridad Humanitaria” que trascendiera las diferencias políticas. Pero a la vuelta de más de veinte días de aquellas certeras palabras poco o nada es lo que se sabe de esa iniciativa, cuya responsabilidad para llevarla adelante recayó sobre el jefe de la fracción parlamentaria de la MUD, el amigo y joven diputado Juan Guaidó. El drama humanitario ha alcanzado unas dimensiones superiores a las de un país en guerra, alcance impensable entonces, y lo que se haga debe pensarse en función de las dimensiones del problema.
La magnitud de la tragedia social es gigantesca y lleva un crecimiento vertiginoso e indetenible por el empeño de la pandilla que desgobierna en no hacer nada para lograrlo. En vista de lo cual me atrevo a sugerirle públicamente al presidente de la Asamblea Nacional, nuestro respetado diputado Omar Barboza, a que proponga, en el marco de esa “Alianza Nacional”, aprobada por el parlamento, declarar en emergencia el poder legislativo en torno al tema de la crisis humanitaria. Y convocar a la brevedad a una sesión para discutir lo que a mi juicio es la única acción posible para paliarla que es la solicitud a la ONU-ACNUR la instauración de campos de refugiados en los países vecinos en vista del empeño del régimen a cerrar cualquier posibilidad de abrir el país a la llegada de la ayuda humanitaria.
PD: No tengo dudas de que a Brasil y a Colombia les conviene más una medida como la planteada para ayudarnos que seguir recibiendo a miles de venezolanos en condiciones de extrema precariedad.
Otrosí: Y mucho menos tengo duda de que tal política emanada desde el único poder legítimo en pie de la república le dará en la madre al Pranato madurista.