I. Los pilares de la tiranía. La tiranía venezolana está descubierta, acorralada y fracturada, pero sigue en el poder. Para sacarla definitivamente, faltan algunas cosas por hacer. Y debemos hacerlas rápido y bien.
Durante casi dos décadas, el régimen se apoyó en 5 pilares: i) un chorro sin precedente de recursos por los ingresos petroleros y las actividades ilícitas, ii) la legitimidad derivada del apoyo popular -real o percibido-, iii) la tolerancia y complicidad de la comunidad internacional, iv) el sistema de mafias que infiltraron todos los sectores de la sociedad, y v) las Fuerzas Armadas.
Hoy la realidad es otra. El país está arruinado y PDVSA quebrada, casi el 90% de los venezolanos repudia a Maduro y la comunidad democrática internacional por fin se decidió a actuar con firmeza para promover un cambio en Venezuela. Al régimen sólo le queda el respaldo de las mafias y una parte, minoritaria, de los militares. Estos dos pilares están siendo debilitados cada día más, por las sanciones internacionales dirigidas a los culpables de la corrupción, el narcotráfico y la violación de los derechos humanos.
Como régimen criminal, su lógica es la de un delincuente. Su obsesión es ganar un día y luego otro más, aunque con ello sólo aumenten la destrucción del país, el número de muertos, y el peso posterior de la justicia sobre los culpables. Para esto, la farsa del diálogo, que comenzó en abril de 2014, hace casi cuatro años; les resultó muy útil. Por eso, este narco fraude, ahora pospuesto para mayo, en su lógica criminal, también les sirve. Somos nosotros los que no podemos caer en esta trampa.
II. El papel de la falsa oposición. Los venezolanos y el mundo sabemos que el proceso ordenado por la constituyente cubana no es una elección. La razón medular no es la corrupción del sistema electoral ni el mega fraude ya cantado. El pecado original es que este proceso es una imposición de la constituyente que no reconocemos; ni a ella, ni a ninguna de sus decisiones. Pueden posponerlo un mes o cuatro; la situación no cambia. Acatar cualquier llamado de la constituyente es inaceptable.
Lograr el cambio es más urgente que nunca. La secuencia de los hechos será primero el quiebre de la dictadura, de inmediato un Gobierno de Unión Nacional en la transición, que procederá a construir un sistema electoral confiable, y entonces, la realización de elecciones limpias y libres.
Esa es la única vía que puede generar confianza en la gente y en el mundo, y darle legitimidad y estabilidad al próximo gobierno. Por eso, resulta aún más repulsiva e indignante la decisión de ciertos personajes de inscribirse en el CNE para hacerle el juego al narco fraude de Maduro y a la constituyente cubana. Esto es colaboracionismo puro, pero a estas alturas, nada de esto le dará un ápice de legitimidad a Maduro, ni dentro ni fuera de Venezuela.
III. La nueva y definitiva fase de lucha. ¿Qué falta ahora por hacer? Para terminar de llegar al punto de quiebre e iniciar la Transición, se requiere avanzar en 5 áreas:
i) La presión internacional debe incrementar cada día, elevando los costos de permanencia en el poder y reduciendo los costos de salida para quienes decidan separarse ahora del régimen.
ii) La presión de la gente debemos articularla y expresarla de manera firme, creativa y en escalada, y demostrar que hay un país de pie y hambriento tanto de comida como de libertad y dignidad.
iii) Un gran acuerdo político nacional que siente las bases de la reconstrucción de la República y que dé gobernabilidad y garantías a todos los sectores de la sociedad a largo plazo.
iv) Una nueva conducción política que logre la empatía y la confianza de una población desengañada por quienes no estuvieron a la altura en los momentos cruciales del pasado reciente y que no se quiebre, ni se doblegue en el nuevo momento decisivo que está por llegar.
v) Una clara posición de la expresión institucional y ética que existe en la Fuerza Armada Nacional, en apoyo a la Constitución y al pueblo de Venezuela en su legítimo derecho de avanzar hacia la libertad y la prosperidad de la República.
Hemos resistido durante casi 20 años frente a un régimen totalitario respaldado por las fuerzas más oscuras y malignas del planeta. Hoy, no estamos solos, y estamos cerca. El bien siempre triunfa.