Me habría encantado verle la cara a Rómulo Betancourt si alguien le hubiera planteado conformar una Coordinadora Democrática o una MUD a la usanza de lo que tuvimos hasta ayer. Digo hasta hace poco, porque espero que finalmente nos liberemos de una cantidad de personajes que solo estuvieron allí para dividirnos constantemente y que impidieron que el electorado no viera masivamente a esa Unidad como una alternativa real. Imaginemos que le hubiésemos dicho a Rómulo que para salir de Pérez Jiménez o más aun, que para salir de Gómez había que buscar a López Contreras.
Para Betancourt seguramente esto habría sido considerado un acto de suprema cobardía, una locura que la oposición pensara en un chavista para sacar a Chávez. Porque una cosa es inducir a un chavista para que se lanzara y así dividir al voto del adversario, mientras se presenta un gran candidato contrario al régimen y otra muy distinta el apelar a un candidato chavista propio, que habría sido para él una imbecilidad gigantesca, pero sobre todo el reconocimiento de que no hay políticos capaces o que estos simpatizan con las ideas chavistas, que pareciera esto último lo más apegado a la realidad. Es fin, que no es un asunto de presentar a un chavista con su gallina, sino que fueron las gallinas quienes lo presentaron.
Necesitar a un chavista para salir de Chávez, de cara al elector, nunca fue otra cosa que el reconocimiento más expreso a las bondades de su sistema y la mayor demostración de no contar con una propuesta alternativa.
Veamos, una cosa es la necesaria unidad de criterios para sacar a una dictadura, que para eso están las cabezas de partidos, y otra muy distinta conformar un saco de gatos a la vista del electorado, y es que si alguien le hubiese dicho a Betancourt que para colmo también había que aceptar a los corruptos del régimen, que había que darle la mayoría de los votos a los ex líderes, que había que desarrollar propuestas similares al Perezjimenismo solo que mejor “gerenciadas” y que para colmo debían quedarse callados ante las tropelías cometidas contra los suyos, no solo les habría escupido en la cara, sino que con toda razón hubiese dicho que a esa coordinadora la ideó y financió, el propio Pérez Jiménez.
Un error despreciable de estos años ha sido que los supuestos demócratas callaran, ese fue un gran segundo error “originario”, porque los demócratas siempre deben diferenciarse y prevalecer condenando y denunciando las injusticias y defendiendo las libertades ciudadanas, además de convencer que su propuesta es la más viable. Durante los tiempos de Betancourt es cierto que privadamente entre los partidos se coordinaron muchos esfuerzos, pero públicamente ocurrían cosas como esta: “Como resultado de ese vulgar cuartelazo”, explicaba Rómulo en su primer Editorial a la nación: “Para quienes tenemos un sentido definitivamente democrático no es imposible conciliarnos con la idea de que un país donde impera una dictadura pueda ser posible hablar sinceramente sobre elecciones libres” (…) El triunvirato militar y (junto) con la vergonzosa complicidad de identificados sectores de la nación, quieren poner (las elecciones) en el tapete de la discusión pública, esta falta insólita, este drama mal representado que pasará a ser un oscuro trozo de historia nacional”.
El documento señalaba como responsables de colaborar con el régimen militar, a COPEI y URD por haber recibido “obedientemente la orden salida de Miraflores” al haber redactado el estatuto electoral y explicaba que “urredistas y copeyanos”, cómplices de la traición han desatado en toda la Republica una campaña con miras a convencer a nuestro pueblo, para que salgan indignamente como salieron ellos, a respaldar a la dictadura”. Este tipo de alertas y denuncias no salieron una sola vez, sino decenas a lo largo de esos años y para todos eran necesarias, para forzar contundentemente a que nadie se saliera del camino y la ruta trazada.
Todos individualmente compartían un mismo credo, sacar a la dictadura, pero era necesario que todos se fiscalizaran entre si y compitieran públicamente de cara a su electorado. URD no se quedaba con los insultos, acusaban a Betancourt nada menos que de ser un “cómodo” mientras los suyos “morían en las calles” y veladamente hasta de ser un “cobarde”. Era Rafael Caldera quien acusaba el mayor castigo junto a Jóvito, cuando por ejemplo lo emplazaban y le decían: “Como explicará el Dr. Caldera su traición”? y su “colaboracionismo” ? en escritos públicos replicaban que “cuando todos los dirigentes de los otros partidos estaban en el exilio, cuando por la calle no se veían a ninguno de esos grupos”, acusando en ellos a Betancourt de haber dejado a su gente desesperanzada, “fuimos depositarios de una gran responsabilidad (…) nos venían los de la base de AD, URD y hasta los de la base del Partido Comunista a buscar en nosotros una coordinación, a recoger de nuestros labios aunque fuera una palabra de esperanza”.
Esa guerra de altísima intensidad, ese cruce de acusaciones era lo más normal del mundo, porque el gobierno había ilegalizado a AD y a este partido no le interesaba que URD y el menos creciente COPEI, de cuarto en intención de votos, se adueñara de sus bases mientras ellos estaban en la clandestinidad y a COPEI por su parte le interesaba captar desde la izquierda moderada, hasta el votante Perezjimenista. La falta de fiscalización entre los partidos políticos, en esta nueva etapa de lucha contra esta dictadura, ha sido el segundo error originario.
Las dictaduras, y esto no es nada nuevo, consideran como una necesidad ilegalizar selectivamente a los partidos políticos más populares como fue el caso de AD en aquella época, mientras aupaba (con elecciones ficticias) a los partidos pequeños que iban creciendo y que a su vez les interesaba prosperar de cara al electorado. Pero una cosa era aprovechar el momento para captar adeptos y otra muy distinta como en el caso de la Constituyente y los intentos electorales previos, seguirle el juego electoral a la dictadura. Porque, y vamos a estar claros, Rómulo, Caldera y Jóvito sí sabían perfectamente dónde estaban parados. Sabían que Pérez Jiménez no se iría, que los militares no se molestarían por el fraude electoral ni por el desconocimiento de las elecciones, porque lo que no querían los políticos armados, era un civil “usurpando” la presidencia.
Que hoy la MUD esté ilegalizada, porque esa es la palabra correcta, siendo la mayor coalición de independientes (tarjeta de la MUD) que no es ninguna tontería porque en un país de mayoría independiente el electorado está dispuesto a decantarse por votar por esa tarjeta, sin querer apoyar expresamente a los partidos. Que hoy estén ilegalizados partidos como Primero Justicia y Voluntad Popular, como verán, no es nada nuevo en nuestra historia. Que el líder político que cuenta con la mayor intención de voto esté preso, que el segundo y el tercero estén inhabilitados igual que el resto, presos o en el exilio, mientras que otros pertenecientes a la oposición sí estén autorizados por el régimen para participar, tampoco es nuevo. Es nuestra dramática historia que se repite una y otra vez, las dictaduras siempre han construido una oposición a su medida para lavarse el rostro porque necesitan líderes por “default”. Este régimen lo intentó con Acción Democrática, presentarse a las presidenciales impuestas con este partido, pero no pisaron el peine. Y es que el hecho de que los partidos compitan entre sí para captar militantes o simpatizantes sin hacerle el juego a la dictadura no los hace cómplices, mientras no rompan la coalición, ni atenten contra los principios del pacto.
Cuando una exigua minoría que no tiene ni tendrá jamás la calificación para competir en una elección presidencial, que además ha fracasado estrepitosamente en sus propios estados, que sabe que no cuenta con tiempo para motivar al elector, que se atreve a hacerlo a pesar del repudio que esa decisión ha generado tanto en electores como en los demás partidos que habían decidido por consenso no participar, se atreve a romper la unidad y participar, pues tampoco es nada raro en Venezuela y hay que añadir que no debe quedarnos la duda de que ese candidato es simplemente un comunista así como su entorno, porque seguir esa línea del comunismo se hace por convicción o porque está amenazado (en el mejor de los casos). Y la MUD debe darle paso, abrirle las puertas para que se vaya con su combo y comenzar a corregir el error originario como fue haberlos incluido en las filas de la oposición democrática, cuando lo que debieron haber hecho era estimular a chavistas y comunistas para atomizar el voto no democrático.
Todos estos graves errores estratégicos comenzaron cuando la Coordinadora Democrática señalaba de corrupción al entorno de Chávez y luego miembros de ese entorno corrupto saltaban la talanquera, entonces los recibían con bombos y platillos, los llamaban “héroes” y los designaban “líderes” de la Coordinadora, todo en un mismo día. Básicamente por esto en el año 2005 la Unidad Democrática tenían no solo el mayor rechazo para el elector, sino que los círculos bolivarianos eran mejor vistos que el saco de gatos en que se convirtió aquel Frankenstein profundamente antidemocrático, torpe y cundido de cadáveres políticos que luego heredó la MUD.
Ha llegado la hora en la que la MUD debe excluir a quienes han violado el pacto de la Unidad de una buena vez y por todas, no solo por haber violado el pacto sino porque con sus acciones presentan de cara a la comunidad internacional a una oposición dividida cuando no es cierto, porque se trata de cuatro gatos sin liderazgo, sin partidos sólidos y sin votos suficientes. Hay que decirlo, no son líderes reales y muy probablemente fueron implantados para dividir. Pero también hay que decir que la oposición hoy no tiene candidato, esa aclaratoria es imperativa.
Tras 18 años de frustraciones y fracasos hay que avanzar hacia una Unidad más Betancourista y menos acomodaticia, que logre alejar a la división antidemocrática, que tenga criterios y no esos falsos mecanismos profundamente antidemocráticos que han imperado en los últimos tiempos. Este es el momento para depurar a la Unidad de los falsos demócratas y ampliarla, para que renazca con la fuerza de la sociedad civil organizada y de los partidos políticos, solo así se podrá lograr la añorada Alianza Nacional para rescatar a Venezuela y construirla de nuevo.