Eduardo José Oropeza Marchán salió de Venezuela en las mismas condiciones que lo hacen miles de venezolanos todos los días: desesperados por el hambre, el desabastecimiento y el alto costo de alimentos y buscando la forma para sacar adelante a su esposa y a sus cuatro hijos.
Por Catalina Ruíz Parra / El Nuevo Herald
Después de 9 días de viaje en buses saliendo desde Cúcuta, llegó a Chile a principios de febrero, pero una enfermedad acabaría con sus ilusiones en un par de semanas.
Oropeza, de 38 años y oriundo de Río Tocuyo, un pequeño pueblo del Estado Lara, estuvo las últimas semanas en Rengo, en el centro de Chile, en donde trabajó en el campo cosechando manzanas y peras.
Aunque en un momento pensó en devolverse a Venezuela para estar junto a su esposa y su hija menor de 7 años, sacó fuerzas a pesar de la depresión y de la enfermedad que padecía: vasculitis, que causa la inflamación de los vasos sanguíneos.
Y aunque se tomaba los medicamentos para tratar su enfermedad, poco a poco empezó a empeorar.
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Eduardo José Oropeza Marchán (atrás) acompañado de su amigo Yefferson Fernández, con quien trabajó en el campo de Rengo, Chile, cosechando manzanas y peras.
“Los primeros días estuvo bien, trabajamos duro dos semanas. Después se empezó a sentir mal y decayó mucho. Ahí lo llevamos al hospital”, contó Yefferson Fernández, amigo venezolano que lo recibió en Rengo y lo conocía desde hace 15 años.
Fue hospitalizado en Rengo, en donde inicialmente presentó mejoría, pero después volvió a decaer y tuvo que ser entubado.
Al ser un hospital pequeño no contaba con Unidad de Cuidados Intensivos, por lo que fue trasladado al hospital clínico Fusat de Rancagua en Rancagua, una ciudad a 30 minutos.
Allí lo recibió y atendió la doctora venezolana María Elena Balza Fernández.
Oropeza llegó en la madrugada del martes “en muy malas condiciones: con un shock séptico, neumonía y comprometida su pierna izquierda”, dijo la doctora Balza al nuevo Herald.
Aunque recibió tratamiento durante esos dos días, falleció el viernes a las 5:15 p.m.
“Era muy buen amigo, leal como ninguno. Era como mi hermano. Un buen padre y esposo. Muy apegado a ellos y se quería regresar, pero no tuvo el chance de volver”, lamentó su amigo Yefferson.
El cuerpo de Oropeza será cremado en Chile y sus cenizas llevadas luego a Río Tocuyo.
“Solo pudimos traer a Chile a su esposa, la mamá de la niña de 7 años. Es una familia muy humilde de Río Tocuyo. Estamos luchando para recoger para los gastos fúnebres y cremación en Chile”, agregó Balza
Las personas que deseen colaborar pueden hacerlo escribiendo al +58 414-4198762 [teléfono de Yefferson] o consignando en la Cuenta Corriente del Banco Chile # 701-01539-10, a nombre de María Elena Balza Fernández, Rut. 25.107.988-9.