Estados Unidos y China, las mayores economías mundiales, se trenzaron en una pelea comercial tras imponerse aranceles recíprocos a las importaciones y la presentación de una demanda de Washington contra Pekín ante la OMC por derechos de patentes.
AFP
El representante estadounidense de Comercio (USTR) Robert Lighthizer indicó en un comunicado haber presentado una “demanda de consulta” contra China ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), respecto a “ciertas medidas chinas relativas a la protección de los derechos de propiedad intelectual” al negar derechos básicos a los poseedores de patentes.
Como represalia, China impuso este viernes aranceles a más de un centenar de productos estadounidenses.
La OMC pidió “moderación y un diálogo urgente,”. “Perturbar el flujo comercial puede poner el peligo la economía mundial”, dijo en Ginebra el director general de la OMC, Roberto Azevedo
El temor a una guerra comercial sacudió a los mercados.
El parqué de Shanghái cedió un 3,39% el viernes; el de Shenzhen, el segundo de China continental, cayó 4,49%, y el de Hong Kong 2,45%. En Europa las bolsas operaban en baja y Wall Street, que había perdido casi 3% tras las sanciones del jueves, abrió en alza.
“China no teme en absoluto una guerra comercial”, advirtió el ministro chino de Comercio. “Si se inicia una guerra comercial, China luchará hasta el fin para defender sus intereses legítimos con todas las medidas necesarias”, había apuntado el jueves la embajada china en Washington.
Trump ordenó elaborar en 15 días una lista de productos chinos cuya importación a Estados Unidos pasará a ser objeto de pesados aranceles.
Trump denunció “la agresión económica de China” y anunció medidas punitivas contra la importación de productos chinos por valor de hasta “60.000 millones de dólares” para poner coto a la, según él, competencia desleal de Pekín y el robo de la propiedad intelectual. Anteriormente, sus asesores económicos habían hecho alusión a “unos 50.000 millones” de dólares.
Washington alega que empresas estadounidenses son forzadas a repasar tecnología, patentes y propiedad intelectual para operar en China, y ello constituye “competencia desleal” que motiva la adopción de medidas comerciales.
China respondió el viernes con una lista de 128 productos, o líneas arancelarias, sobre los que aplicará tasas de aduana del 15% o del 25% si las negociaciones con Washington no llegan a buen puerto.
Las represalias chinas parecen moderadas: los productos que afectados equivaldrían a 3.000 millones de dólares en exportaciones a China el año pasado, esto es, apenas el 2% del total de las exportaciones de Estados Unidos hacia ese país en 2017 (154.000 millones, según las aduanas chinas).
Productos como frutas, vino, etanol, ginseng o tubos de acero sin soldar podrían ser gravados con un arancel del 15%, mientras que el de la carne de cerdo o el aluminio reciclado sería de un 25%.
La lista no incluye, sin embargo, la soja, que Estados Unidos exportó a China por valor de 14.000 millones de dólares el año pasado.
– Moderación con la UE –
Washington optó por la moderación con varios de sus principales aliados en este caso, incluyendo a la Unión Europea, Australia y Corea del Sur, al anunciar el jueves por la noche la suspensión, hasta el 1 de mayo de 2018, de esos aranceles al acero y el aluminio, promulgados el 8 de marzo.
El secretario estadounidense de Comercio, Wilbur Ross, explicó que las sanciones a Pekín son el “preludio de una serie de negociaciones”.
Lighthizer, de su lado, recalcó que las medidas buscan principalmente preservar el sector de la alta tecnología, la “parte más esencial” de la economía estadounidense.
Pekín obliga a las empresas extranjeras que deseen operar en su mercado a que compartan tecnología con sus socios chinos explicó Everett Eissenstat, asesor de Trump. Eso, para Washington, constituye el robo de propiedad intelectual estadounidense y una “competencia desleal”.
Además, Washington alega también el déficit comercial colosal con Pekín, un importante socio comercial (375.200 millones de dólares en 2017, según las aduanas chinas).
Estados Unidos intenta obtener el respaldo de sus otros socios comerciales. “Es un problema que atañe a todo el mundo, todos los que comercian con China lo tienen”, consideró Peter Navarro, asesor comercial de Trump.