La candidatura de Henry Falcón ha sido criticada por muchos, dentro del madurismo, pero también y mucho más acentuado, dentro de la oposición. El ex gobernador de Lara no representa la oposición, es decir, la inmensa mayoría de venezolanos que quieren un cambio inmediato de sistema y de régimen.
La farsa electoral montada por el régimen a través de la fraudulenta ANC ha sido calculada, bien ensamblada. Lo importante, según ellos, es mostrar al mundo que en Venezuela hay democracia, elecciones “libres” en las que hasta un “opositor” se presenta con las garantías mínimas para ganar.
Todos sabemos que no hay garantías, que todo es una farsa. Sin embargo, nos preguntamos qué se pretende con este simulacro. Confirmar a un Maduro debilitado o más bien destruido o dejar pasar por la vía electoral a un tercero que no es tan tercero en la contienda, sino digamos que como un decimoquinto, como Henry Falcón, acompañado de unos pocos dirigentes opositores que una vez fueron importantes.
Nada de raro tiene en este cálculo que el régimen anuncie nuevas garantías electorales para atraer al votante indeciso que es la mayoría. Si una apertura se plantease y se anunciasen condiciones mejores para una elección, a lo mejor se verán colas de votantes, lo único que quiere el régimen, pues sabe que esas colas no existirían sino virtualmente, dentro del Poliedro u otros sitios en los que ellos asignan los votos y el ganador.
La salida de Maduro tiene consecuencias graves para ellos que deben enfrentar juicios dentro y fuera que los colocan a las puertas de la cárcel aquí o en La Haya y ellos lo saben. De manera que una salida discreta, acomodadamente pacífica, democrática y constitucional como se ha dicho siempre, puede facilitar un cambio dentro del sistema pero sin realmente serlo.
No es imposible o inverosímil que en este juego, a Falcón le preparen su victoria, se constituya un gobierno “distinto”, con chavistas y opositores lights y recomenzaría la vida política, dejando de lado los procesos por crímenes de lesa humidad y por corrupción y muchos otros delitos.
La victoria de Falcón paralizaría el rechazo del mundo ante un proceso fraudulento.
¡Todo es posible en el mundo del bandidaje, en el que muchas veces las especulaciones por más descabelladas que sean, se hacen realidad!
Robert Carmona-Borjas