Analistas calculan que para 2021 podría haber dejado Venezuela hasta un 20 por ciento de la población, publica Infobae.
Por Aymara Lorenzo
Desde Caracas, Venezuela
El anuncio de elecciones presidenciales en Venezuela, convocadas para el 20 de mayo y con los principales dirigentes de la oposición proscritos, fue el “último empujoncito” de muchos para decidir emigrar del país que parece secuestrado por un gobierno incapaz de reconocer la crisis humanitaria que vive.
Isa, como le dicen sus amigos, está rodeada de maletas. Para hacer un “viaje sin retorno”. Con esas palabras define lo que será su partida de Venezuela, su patria, la tierra que la vio nacer, donde echó raíces, donde sobrevivió al cáncer. A donde llegaron sus padres como inmigrantes españoles. Donde nació su hijo. Donde él no podrá crecer. Aunque venía meditando desde el año pasado buscar otro destino, el anuncio de elecciones presidenciales en las que el presidente Nicolás Maduro aspira reelegirse, conocido el 7 de febrero, fue “la gota que derramó el vaso”. Isabel emula al presidente Maduro para justificar su decisión.
—El hecho de que yo (Maduro) diga voy hacer unas elecciones, con un pueblo que está pasando hambre y (él) no le da ninguna solución… Tú estás diciendo yo me voy a perpetuar, para yo hacer lo que digo que quiero hacer, pero no doy soluciones, nada es en pro del pueblo. Hay algo que yo nunca olvidaré cuando estudié filosofía. Marx decía “cuando tienes al pueblo ocupado buscando comida, el pueblo no piensa”, no tiene tiempo de ser opositor. La situación de la política ha generado un declive en todo lo que es educación, economía, principios básicos del hogar.
—¿Cuándo comenzaste a hacer todos los trámites para irte?
—A finales del año pasado. Cuando comienza el año y te lanzan lo de las elecciones, ahí sí ya no tienes remordimiento. Eso es lo que yo tenía, remordimiento por dejar un país que a mis padres les había dado todo.
—¿Cómo ha sido para tí todo el proceso legal necesario para irte?
—Infernal. La palabra es infernal. Porque no solamente estás dejando tu país, tus sentimientos, tu casa, tu gente, sino que además te lo hacen difícil —se le quiebra la voz, respira profundo para avanzar—. Te paras a las tres de la mañana, estás desde esa hora hasta las cinco sentada delante de la computadora suplicando de alguna manera que consigas (cita) para apostillar, para que te den la carta de antecedentes penales, para ver si te puedes sacar el pasaporte, porque si no tienes pasaporte tienes que ponerte a sacarlo. Si no lo haces por la vía legal tienes que pagar, y pagar es cuánto hay que pagar. Si son seis papeles, ah bueno, pagas tres mil (tres millones de bolívares, el equivalente a 4,6 dólares a la tasa del mercado negro) por cada papel. Empecemos a multiplicar. Se convierte en un vía crucis.
—Si hoy te dijeran que te puedes quedar ¿qué harías?
—Me quedo —rompe a llorar—. Me quedo —continúa llorando—. Este país le dio a mi papás la posibilidad de haber venido con una mano adelante y la otra atrás y nos dio casa, carro, comida, estudios, cuatro hijos, me salvaron la vida.
Las facilidades que han ofrecido a los venezolanos los gobiernos de países como Perú y Chile evidencian la desesperación de algunos por salir de cualquier forma de Venezuela.
Maduro recientemente se refirió a todos los venezolanos que intentan huir del país, según él “producto de una falsa ilusión o producto de una esperanza que tenían de mejorar” y que “muchos venezolanos, que la propaganda contra nuestro país, les llegó a la mente y se fueron y están arrepentidos. No sabes cuánta gente está lavando pocetas en Miami. ¿Tú te irías a lavar pocetas en Miami? ¿Te irías de tu patria amada? No, yo no me iría jamás”.
Daniela Calatayú es técnico en contabilidad. Tiene 30 años y la frustración de haber tenido que dejar la carrera de Comunicación Social por trabajar para comer y ayudar a sus padres. Para ella nunca fue una opción abandonar Venezuela. Ahora que se va a Chile asegura sin reparo que limpiaría pocetas allá sin ningún resentimiento. “Lo haría sin problema, aunque no lo hago aquí, porque sé que voy a tener una estabilidad, voy a poder ayudar a mis padres y a mi hermana con los niños”.
—¿Cuál es la diferencia de limpiar pocetas aquí y hacerlo afuera?
—Que allá vas a poder vivir, puedes salir a una calle tranquila con tu celular. Puedo comer, puedo darme los lujos que aquí me daba, tomarme un yogurt ¡Imagínate! Aquí es imposible tomarse un yogurt.
—¿Esperarías a las elecciones para ver si pasa algo que te haga cambiar de opinión?
— Para que aquí las cosas cambien va a pasar mucho tiempo, así ellos no ganen. La mentalidad del venezolano es muy… Aquí lo que están esperando es que te den la caja (la conocida como CLAP, que contiene alimentos que importa el gobierno a precio subsidiado), todo es una trampa, y hasta que eso tampoco acabe no vamos a mejorar.
Al igual que Daniela, Marianne Guédez trata de irse sin ninguna duda de que su decisión es la mejor para ella y su familia. Más ahora que son casi imposibles las posibilidades de que haya un cambio político y económico con las elecciones presidenciales.
—Yo me quiero ir antes de las elecciones porque no sé qué vaya pasar. Estoy esperando a ver qué pasa, me dicen que tenga paciencia, me dicen muchas cosas, pero yo sí quisiera irme antes de las elecciones. Aparte de que no puedo votar, (porque el Registro Electoral cerró para este proceso electoral) igual no votaría, no regalaría mi voto para que me lo vayan a robar. Aquí todo el mundo lo sabe: las elecciones no sirven.
Según la encuestadora Datincorp, 57% de los venezolanos entrevistados se iría del país si pudiera.
Ambas venezolanas, acudieron, en días y horas diferentes, al consulado de Chile en Caracas, luego de que la sede diplomática anunciara que el día 16 de abril iniciaría el proceso para el otorgamiento de una visa especial por un año que permitiría a los venezolanos llegar con estatus legal y la posibilidad de trabajar en esa nación suramericana. No pocos pasaron la noche durmiendo a las afueras del edificio en Caracas, El Rosal, donde está ubicado el consulado chileno.
Pero las largas filas no se registran solo en las delegaciones consulares que ofrecen facilidades a los venezolanos dispuestos a emigrar. El Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) y el ministerio de Relaciones Exteriores (MRE) son dos de los lugares saturados de venezolanos intentando obtener su pasaporte y legalizando documentos para irse con los documentos necesarios para comenzar de nuevo.
En 2003, Chávez emitió el primer decreto de “zona de seguridad” para evitar que llegaran protestas a los lugares declarados como tal e impedir que los medios de comunicación pudieran trabajar libremente y que algunas dependencias del Estado fueran fotografiadas o grabadas en video. Hoy día todas tienen esa misma regulación.
El equipo de Infobae logró captar, con cámara oculta, imágenes de la cancillería donde las personas deben apostillar sus documentos para que tengan validez legal en el extranjero, y de la oficina principal del Saime, organismo encargado de la expedición y renovación del pasaporte.
El ministerio de Relaciones Exteriores está ubicado en la avenida Baralt, a cuadra y media de Miraflores, el palacio de gobierno. Una cuadra antes del perímetro de la sede del Poder Ejecutivo están cerrados todos los accesos con trincheras fabricadas de arena, como si se tratara de defender una edificación del posible avance de tropas o tanques. Hay concertinas gigantes enrolladas en unas estructuras de metal que impiden el paso de vehículos y cuatro efectivos militares, con armas largas custodiando y reforzados con vehículos blindados de transporte de tropas. El mismo grado de seguridad se registra en la dependencia de la cancillería donde acuden los venezolanos, si tienen la suerte de lograr una cita a través de su página web para apostillar sus documentos, proceso que valida con un sello su legalidad internacionalmente, de acuerdo con el Convenio de La Haya (1961).
En el año 2012 el Ministerio de Relaciones Exteriores recibía veinte solicitudes diarias para apostillar documentos. Ahora se registran seis mil solicitudes diarias en todo el territorio venezolano, según un gestor que pidió anonimato.
Las dificultades que este tipo de trámites generan a los venezolanos decididos a abandonar su país hacen más fácil la intervención de personas que los facilitan con el pago de soborno a funcionarios públicos.
En una notaría, un funcionario público abordó a una joven que, desinformada, acudió ahí para apostillar sus documentos. El hombre la sentó en un escritorio donde le explicó que para resolverle el asunto, él podía hacerle los trámites “a tres mil (como le dicen los venezolanos a tres millones de bolívares) cada documento”.
Para obtener el pasaporte, la certificación de notas y el título de bachillerato, apostillar hay dos formas de hacerlo: por la vía legal o por “debajo de cuerda” para lo cual hay diversas tramas para lograrlo. Este gestor que pidió anonimato contó a Infobae una de ellas.
“Una persona te aborda por vía de señas, se cuadra para salir de la oficina, a tomar un café y se hace la conexión. Es una cadena. Yo te paso el trámite y ahí te lo hacen por un millón. Es una persona que no es funcionaria pero que muchas veces son familiares de ellos. Hasta siete millones por documento. Reciben el dinero en efectivo. Y las transferencias son efectuadas a otras cuentas que no son las de ellos. Un papel de acuerdo a la parte administrativa se tarda tres días pero por esta vía puede obtenerse el mismo día o al día siguiente. En el caso de la certificación de notas y título de bachiller los trámites pueden demorar hasta dos años, pero ‘pagando’ los entregan al día siguiente”.
Hasta cinco millones de bolívares (equivalente a $7,8 dólares), es decir 3,8 veces el salario mínimo de un venezolano piden los gestores para “agilizar” el pasaporte.
En Venezuela no hay cifras oficiales de migración desde 1999. La Organización Internacional de la Migración tipifica dos oleadas de migración en Venezuela. La primera cuyo hito está en la década de los ochenta, de profesionales de cuarto nivel. La segunda entre 2010 y 2014 de profesionales recién graduados. Pero la profesora Clara Vargas, investigadora de la Universidad Simón Bolívar en el tema de migración, incluye una tercera que tiene “rasgos de crisis humanitaria”.
“Lo político ha determinado todas las migraciones en Venezuela. ¿A qué me refiero con lo político? La gente dice: ‘voy a esperar la elección presidencial, a la Asamblea, voy a esperar a ver qué pasa con la Constituyente, con las elecciones de 2018’. Porque saben que la raíz de todo viene de lo político”.
Según la encuesta Encovi elaborada por el Centro de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela (UCV), entre 2016 y 2017 ha migrado el 80% de todos los venezolanos que están fuera del país. Advierte Vargas que “lo que va hacer este proceso electoral, del que además, hay una percepción distinta a otros procesos electorales, uno lo puede observar en la calle. Va a incrementar la migración de personas, de cualquier nivel, de cualquier estrato social. Porque la gente tiene la percepción de que el statu quo va a seguir”.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), ha reportado que en 2016 fueron 34.200 venezolanos pidieron asilo, mientras que en 2017 se incrementó a 52.000.
Según la encuestadora Datanálisis, si no cambia la situación, en tres años emigrará del 15 al 20% de la población total de Venezuela, eso significa que entre 4.800.000 y 6.500.000 venezolanos habrán huido de este país para 2021.